Llega la semana de farolillos y empiezan a acudir a la plaza gente de lo más variopinta. Algunos vienen demasiado animados de la feria y se hacen notar, otros, en cambio, con media en la agujas deseando echarse. La gente apura la diversión y el reloj, llegan tarde para encontrar sus localidades, cuando no se equivocan de tendido. Pero esto es lo que tenemos hasta el sábado, y a juzgar por la gran entrada de hoy, esperemos que siga así.
Los tres primeros de El Pilar han estado justitos de todo, de presentación y de fuerzas, la segunda parte de la corrida ha estado mejor presentada, con un quinto de nota. Tres han servido para para los toreros, los dos de Esaú Fernández y el último de El Cid. Morante sigue con la mala suerte en los sorteos, si hay alguno que embiste seguro que no le toca a él. Su primero medio se lisió en una fea voltereta y su segundo tampoco le dejó hacer su toreo, a excepción de dos verónicas. El Cid es muy transparente, no esconde nada, cuando está seguro se le ve, al igual que cuando no las tiene todas consigo, y ayer, desgraciadamente, la sensación que ha dado es que se ha dejado ir un quinto toro de triunfo grande.
Por fin hemos visto hacer bien la suerte de varas, lo que agradeció el público con una gran ovación. Y dicen que el público de ahora no quiere varas, lo que no quiere son esa cantidad de puyazos traseros y bajos que estamos viendo esta feria, en la que está picando mejor la cuadra de caballos que los picadores. Manuel J. Román hizo bien la suerte, llamó al toro que lo habían puesto de largo, le tiró el palo y lo cogió en su sitio las dos veces. La gran ovación de despedida la cortó El Cid por ir absurdamente a replicar un mediocre quite de Esaú Fernández. Precioso burraco, bravo, que embistió con transmisión pero al que el Cid no le cogió el aire.
Esaú Fernández ha tomado la alternativa con éxito. Recibió a sus toros a “porta gayola” ejecutando bien la suerte, cosa difícil con este portón tan grande. Toreó bien a los dos toros, aunque quizás le falte rebozarse más con ellos. A mi me ha recordado a Jesulín de Ubrique por retrasar la pierna de salida y facilitar la ligazón. Se ha tirado a matar con fe y cortado una oreja a cada toro. Enhorabuena.