Otros días, y otros años, la banda del maestro Tejera esperaba a evaluar cómo podría ser la faena para acompañarla de los pasodobles que suenan a gloria en Sevilla. Pero ayer parecía que estábamos en las novilladas de promoción en las que tocan en todos los toros haga falta o no. No digo que las faenas no lo merecieran, que a lo mejor sí, pero es que en algunas empezaron a tocar casi antes de empezar a torear. En la de Morante ante el cuarto que era un toro complicado, le tocaron sorpresivamente al primer muletazo el magnífico Suspiros de España.
Un apunte sobre el público que va ahora a La Maestranza. Me he pasado 50 años yendo al Tendido 2, hasta que dejé el abono como otros muchos asiduos, cada uno con sus razones. Ahora voy donde me lleva la taquilla, y el Domingo de Resurrección me llevo al 2. De las 40 ó 50 personas con las que entonces hablaba, junto con otras 40 ó 50 que conocía de vista, apenas pude reconocer ahora a cuatro. El público de Sevilla ya no es el abono, del que desconocemos el número porque no lo publican, es el público que va ese día a la plaza. Por tanto, ya no existe el público de Sevilla, no se empeñen en echarle la culpa de todo. Dos ejemplos cercanos. Ayer la taquilla me llevó al Tendido 3, un tendido señero de “donde los capotes”. Pues un espectador de atrás durante el paseíllo preguntaba que quién era Morante, y otro espectador cercano se pasó la tarde comiendo pipas, eso sí echando las cascaras educadamente en la bolsita adosada que traen los paquetes. Público, que no aficionados, poco o nada exigente, que van a ver triunfar al que sea para después poder contar que estuvieron en los toros.
Lo mejor de la tarde es seguir constatando que Morante de La Puebla está recuperado. Su primero de Garcigrande no tenía ni empuje ni fuerzas y Morante sólo pudo estar en torero. Con su segundo se la jugó sin trampa. Toro peligroso y muy bien armado que vendía cara cada una de sus embestidas y que se vencía por el izquierdo. Pues allí estuvo Morante jugándosela para sacar una faena con la profundidad de su toreo irrepetible, cuya torería le entra por los ojos hasta a los que están comiendo pipas. Se tiró a matar de verdad, pero en toro se le venció y pinchó, si no estaríamos hablando de triunfo grande. Por cierto, en su toreo antiguo volvió a dejarnos una pincelada al empezar la faena con un pase cambiado con la muleta completamente plegada, como vemos en algún video histórico. Cómo será de grande este torero y la buena feria que ha echado, que cuando salió al tercio a recibir la ovación del público en su último toro de la tarde y de la feria, todos los areneros, y digo todos, pararon su trabajo y se unieron al público en los aplausos. Bien por los areneros.
El primer toro de Luque no tenía ni fuerza, ni ritmo, ni empuje, pero el torero lo fue sobando y consistiendo hasta lograr una faena trabajada e inteligente que casi acaba con esas horribles luquesinas. Estocada y petición denegada por el presidente que escuchó la primera bronca. La faena a su incierto segundo no dijo mucho y acabó con los trastos en la arena, la montera del brindis, dos banderillas que se desprendieron y la ayuda que tiró el torero para volver a hacer las luquesinas esas que tanto levantan al público. Estocada trasera, y aunque la faena y la petición eran menores que un su primero, el presidente esta vez sí le dio la oreja. Igual pensó que dos medias orejas hacen una o que no quería ya más broncas.
Rufo se llevó el lote de la tarde, si el tercero tuvo recorrido, el sexto fue el mejor del encierro, bravo en el caballo y con alegría, recorrido y franqueza en la muleta, pero el torero se empeña en hacer la faena moderna de cercanías sin dejar respirar ni lucir al toro, cuando este sexto pedía distancia y recorrido. Petición denegada y bronca al presidente en el primero, y petición con concesión de la oreja cuando ya se llevaban a su segundo toro que impidió la merecida ovación en el arrastre. Otras dos medias orejas que hacen una.