Hace como 15 años escribí en este blog una entrada sobre mis visitas a las Plazas de toros en la Sierra de Aracena que les dejo enlazado. A raíz de esto, un experto cultural de la zona se puso en contacto conmigo y se ofreció a mostrarnos plazas toros históricas que ya no estaban en uso, o que simplemente estaban en ruinas. Las visitamos con él, y en 2013 escribí otra entrada titulada Plazas de Toros Históricas de la Sierra de Huelva, que también les dejo enlazada por si quieren leerla.
Pues bien, hace un tiempo los miembros de mi Tertulia Taurina de Economistas Er78, leyeron este último artículo y me propusieron hacer un día de excursión para repetir la visita. En este caso les propuse una cosa mixta, conocer algunas fuera de uso y otras activas. Y así lo hicimos el mes pasado, de forma que les escribo esta entrada para que les quede de recuerdo.
La idea era visitar las plazas de Santa Eulalia, las dos de Almonaster la Real, Cortegana, Linares de la Sierra y Castaño del Robledo. Por cuestiones de tiempo se nos quedó fuera la de Santa Eulalia, pero el día fue completo.
En las ruinas de la plaza de toros del Cerro de San Cristóbal
Empezamos por la del Cerro de San Cristóbal de Almonaster la Real, que no son más que las ruinas de un antiguo coso para fiestas de toros, y que está en la cima del Cerro. Hay que conocer bien la zona para saber dónde está. Nos comentaron desde la delegación de turismo del ayuntamiento que hay un proyecto para rehabilitarla. Desde la cima hay una vista extraordinaria de la Sierra y dicen que se ve el Atlántico, aunque ese día no lo vimos. Después bajamos a visitar por dentro la plaza en uso que está pegada a la preciosa Mezquita, que también visitamos. La plaza es muy bonita, y agradecemos a Fátima, de la delegación del Ayuntamiento de Almonaster que se acercara para abrírnosla.
Plaza de toros de Almonaster
Entrada a la Mezquita de Almonaster
Tras esto visitamos la plaza de toros de Cortegana, donde nos esperaba la eficiente Macarena de la delegación de turismo de su ayuntamiento. Yo he estado varios años viendo los festejos en esta plaza, pero es de agradecer poder visitar tanto el ruedo como otras estancias de la plaza, por lo que agradecemos a Macarena la deferencia que tuvo con nosotros.
Plaza de toros de Cortegana
Después de almorzar en Aracena, en casa de José Vicente, sitio altamente recomendable, visitamos Linares de la Sierra y su plaza, que no podemos llamar del todo de toros porque es una plaza pública del pueblo, que tiene burladeros de obra, un tendido con un alcornoque torero, con su azulejo con su verso. También muy recomendable visita.
En la plaza de Linares de la Sierra
Finalmente, fuimos a ver la plaza de toros de Castaño del Robledo, que llevan muchos años restaurando, o diciendo que restauran, pero yo no veo avances significativos. Es una plaza preciosa donde los tendidos suben por la ladera con sus árboles y todo.
Plaza de toros de Castaño del Robledo
Finalizamos el día tomando un refrigerio en Fuenteheridos, junto a su famosa Fuente de los Doce Caños.
La finca Pino Montano fue la casa de la familia Sánchez Mejías durante muchos años. En las afueras de Sevilla y separada de la misma por el Tamarguillo, ahora prácticamente está en la ciudad. Primero fue propiedad de Rafael El Gallo, que por su mala cabeza no la pudo mantener mucho tiempo, pasando a su hermano José cuando este todavía era menor de edad. A la muerte de Joselito El Gallo pasó a su cuñado Ignacio Sánchez Mejías, y desde entonces se ha mantenido en la familia. Actualmente es la casa familiar de una nieta de Ignacio, y se le da también uso para eventos sociales del Catering Alda&Terry, vinculado a la familia.
Ignacio Sánchez Mejías en la alberca del Pino con su hijo
La vida social en el Pino (en la familia siempre se conoció así) fue muy intensa, tan intensa como la de Ignacio. Centro de reunión de la Generación del 27 a cuyos poetas vanguardistas trajo Ignacio a Sevilla, se mantiene como entonces. Hace unos años la visitó Rafael Alberti, que exclamó admirado “está igual”. Gracias a su Arboleda Perdida, podemos conocer muchas anécdotas de lo vivido allí y del germen de la Generación del 27.
Poesía a su hija Piruja escrita en el reverso de esta foto días antes de morir
Ignacio, pasaba largas temporadas lejos del Pino, ocupado por su intensa vida profesional, social y amorosa, pero el Pino siguió en su vida siempre. En la entrada de la casa que compartía con su amante La Argentinita en Madrid, tenía una reproducción de la fuente que hay en el patio de entrada del Pino. La que le daba alegría a la casa era Dolores (la abuela Mami) mujer de Ignacio y hermana de Joselito. Sus dos hijos y mi padre, que vivió allí desde los dos años, volvieron del primer día de colegio llorando y ya no fueron más. Estudiaban en la casa con maestros particulares y con otras familias como los Corrochano o los Recasens. Mi padre contaba que al profesor Alamán, que era ciego, no había quien lo engañara y que cuando te preguntaba, con solo mirar hacia los otros te echaba la bronca. Se organizaban partido de futbol donde Mami hacía de portera.
Ignacio quería que los niños escribieran a diario lo que pasaba para que se lo leyeran cuando volviera. También cuando había discrepancias entre ellos organizaba un juicio donde algún invitado era el juez y los niños tenían que argumentar sus posturas. Tenían que hacer una hora de picadero diario, hiciera el tiempo que hiciera.
Allí se ensayaron las obras de teatro que escribió Ignacio. Mi padre me contaba la de “Ni más ni menos”, una obra vanguardista, sobre el mito de Rafles, en donde su hija Piruja hacía de bien, mi padre de mal y su otro hijo José de diablo, moviendo la balanza. Mami se aprendía los diálogos. También se organizaban muchas fiestas y reuniones.
Curiosamente, en el Pino no había más rastro taurino que el legado dejado por Gallito, Ignacio no consintió que hubiera allí nada para que los niños no tuvieran la tentación de aficionarse. Para ayudar les montó el campo del incipiente entonces futbol y llevó a convivir temporadas con gente de Madrid como Alfredo Corrochano, pero curiosamente el resultado fue el contrario, Alfredito se hizo torero, al igual que el hijo de Ignacio.
Yo pasé muchas jornadas de mi infancia allí, bañándome en la alberca con mis primos y también pasaba temporadas en verano, durmiendo con unas modernas mosquiteras donde me entretenía viendo desde la cama como enormes salamanquesas cenaban mosquitos.
En uno de los salones, con la montera de Gallito y las escrituras de compra del Pino
Me he acordado de todo esto porque hace unos días llevé allí a mi tertulia taurina de economistas Er78, para que lo conocieran. Me contaban emocionados la sensación que les producía pisar las habitaciones donde habían estados los poetas de la Generación del 27, Ignacio Sánchez Mejías y Joselito El Gallo y el salón donde se ensayaban obras de teatro de Ignacio y la antera, cuadros, fotos y muebles que dejó Gallito, del que les he hecho devotos, ya convencidos, comentando la importancia de preservar estos espacios históricos para memoria taurina y cultural.
Morante dejó ayer en la corrida de la prensa de Madrid una tarde para el recuerdo. Siendo un gran estudioso del toreo antiguo, aplica técnicas del toreo (toro) moderno consiguiendo sorprendernos muchas tardes con algún detalle de cosas que nunca habíamos visto y que probablemente nunca volveremos a ver.
Foto Plaza1
Ya sorprendió un año en Sevilla haciendo el “galleo del bú” que de por sí sólo ya pagaba el coste de todo el abono. También llevó a un toro por tijerillas al caballo y a otro lo recibió con varios cambios de rodillas que eran Gallo puro. Sin ir más lejos, en la Feria de abril de este año recibió a un toro con 8 pases a una mano a cada cual más artístico. Bien, pues todo esto no lo habíamos visto antes hacer en una plaza ni creo que lo volvamos a ver.
Foto Arjona
Como decía, ayer en Las Ventas nos sorprendió al recibir a su primero con unas verónicas cadenciosas y profundas pero esta vez sin apenas rectificar los pies entre una y otra, rematadas con una media primorosa. Esto ya merecía pagar la entrada. Y qué me dicen del quite a cuerpo limpio a su banderillero, vasito de agua en mano sin que se le cayera una gota y con una cadencia que parecía que estaba bailando con el toro. Y es que el toreo de Morante te entra por los ojos y te estremece sin necesidad de ser analizado. Si dicen que el arte es aquello que visto gusta, lo de Morante es El Arte del Toreo.
Cada 16 de mayo mi Tertulia Taurina de Economistas Er78, rinde homenaje de recuerdo al Rey de los toreros depositando un ramo de flores en los únicos restos que quedan en pie de la Plaza de Toros Monumental de Sevilla, una puerta de entrada al recinto, en lo que hoy es la Avenida de Eduardo Dato.
Este año se nos unió el Club Taurino de Sevilla con su presidente Genaro Escudero y varios de sus miembros, y el director de sevillataurina.com con su director Francisco Mateos, por lo que el acto fue más emotivo. Por la tarde los autores de la trilogía de libros sobre la plaza monumental, Carmen del Castillo y los hermanos Fidel y Julio Carrasco, mandaron otro ramo desde Madrid con un «Viva Gallito».
Alguien, que supiera de toros, debería de explicarnos esto de que siempre le toquen a Morante los dos peores toros es simplemente capricho de los sorteos o es que hay algo más, porque he oído versiones de que somete y exige mucho a los toros con el capote o que les puede tanto en las aperturas de las faenas de muleta que los desengaña. Yo, que no sé de toros, me decanto por la suerte. Uno que es supersticioso.
Su primero de El Freixo en El Puerto de Santa María no valía gran cosa, poca fuerza y mucho derrote. Pero Morante lo quitó por verónicas de esas que no se olvidan. Empezó la faena de forma genial con esas formas genuflexas, enroscándose al toro, que te hacen ponerte en pie. El resto de la faena no cogió demasiados vuelos por lo remiso del toro a embestir, y sólo tuvo altura cuando conseguía que no se le parara. Su segundo fue un bruto de Jandilla que salió dando cabezazos y desentendiéndose con la cara siempre por las nubes y peligroso por incierto. Le duró a Morante dos muletazos y un bajonazo en el sitio. La bronca del desencanto estaba servida.
El primero de Manzanares era un terciado toro de El Freixo tan impropio para esta plaza que hasta el amable público de El Puerto lo pitó tímidamente de salida. El torero, en otra plaza donde lo miman, hizo una de las faenas a la que nos tiene acostumbrado últimamente, despegado y en diagonal. Estocada trasera y oreja. Su segundo, de Jandilla, fue el paradigma del toro moderno. Manso de salida, le pegó dos coces al peto en el primer encuentro y al primer pase de muleta se fue huyendo desde los terrenos de la presidencia hasta chiqueros, pero después embistió como si fuera un carretón llevado por un atleta. Fijo, largo, obediente, con transmisión y hasta con emoción. Manzanares estuvo muy centrado con él y firmó su mejor faena de la temporada, y me atrevo a decir de los últimos años, destacó en los cambios de mano y los pases de pecho. Toreó hasta por la espalda. Estocada y dos orejas.
La naturalidad del toreo de Pablo Aguado entra por los ojos. Con unos trastos pequeños lleva a los toros con una delicadeza y una suavidad que parece imposible, pero sus faenas no acaban de ser rotundas. Parece que requiere de demasiada preparación entre series o entre pases, y se pierde la unidad de la misma. Aun así, superó a dos toros y cortó una oreja a cada uno de ellos después de matarlos de sendas estocadas a ley, la primera magnífica.
Muy buena entrada, empezamos con tres cuartos largos y acabamos con casi lleno, porque aquí, como en todos sitios, la gente llega con retraso a los toros por muy tarde que empiece la corrida, 20 horas en este caso. Lo del trasiego constante de destilados ya lo hablamos otro día. Dos toreros a hombros en noche cerrada, con casi tres horas de festejo.
Vimos en El Puerto a José Antonio Morante de la Puebla afortunadamente recuperado. Esa sonrisa con que recibió la oreja del cuarto era la sonrisa de todos sus partidarios y nos decía que se había recuperado el hombre, que se había recuperado el artista y que se había recuperado el torero.
Morante iba vestido de categoría con un traje sangre de toro e hilo blanco con medias blancas, y dentro de la magnífica corrida de Núñez del Cuvillo, pechó con el peor lote, como casi siempre. Su primero era un toro “regordío” y muy remiso a embestir, pero Morante a base de porfiarle le sacó una faena de las suyas, torera y artista, donde destacaron unos naturales prodigiosos llevando al toro pegado a la muleta y a la cintura. Ahí vimos que se había recuperado el artista. El toro se llevó una buena pitada en el arrastre. En su segundo impartió una clase magistral de toreo a la verónica, profundas y obligando mucho al toro, quizás por quebrantarlos tanto con la capa llegan algo remisos a la muleta. La faena fue de mucho mérito a un toro que se puso muy exigente y al que hubo de exponerle mucho. Ahí vimos que se había recuperado el torero. Lo mató de un estoconazo arriba del que el toro salió sin puntilla. Oreja y sonrisa.
El primer toro de Roca fue magnífico. Bravo, noble y obediente, pero en este tipo de toro Roca no destaca. Su toreo fundamental es demasiado rectilíneo como para emocionar. Buena estocada entrando a matar despacio, oreja y ovación al toro en el arrastre. El quinto ya era otra cosa, era ya más el toro de Roca, que está mejor con el toro malo que con el bueno, no es que este fuera malo, pero no era el bravo segundo. Primera tanda de muleta con las dos rodillas en tierra y sin moverse. Si el toro se le cruzaba se lo sacaba por detrás y si no por delante. Faena de las suyas encimista y de valor. Bajonazo, dos orejas, salida a hombros y con 14 policías protegiendo la camioneta para que se fuera como el presidente del gobierno.
El primero de Ginés Marín también fue un gran toro, aplaudido en el arrastre. Cuando el torero le daba distancia iba largo y con celo. El torero quiso empezar la faena en los terrenos de chiqueros, pero cuando salió de allí le compuso una faena artística. Estocada, aviso y oreja. Su segundo lo toreó en terrenos del sol, ya a las 10:30 de la noche se estaba bien, empezando con su estilo artista y acabando en los arrimones modernos. Pinchó, el único pinchazo de la tarde noche.
Magnifico ambiente de corrida grande con los tendidos llenos como hacía tiempo que yo no veía en esta enorme plaza. En todas las faenas tocaron la música a cargo de esa gran banda del maestro Dueñas que suena tan bien cuando toca pasodobles clásicos y tan fuerte cuando parecen marchas de entrada en la Campana. Por cierto, Curro Javier puso dos pares dejándose llegar al toro a la barriga, que hizo sonar la música.
El sábado otra cita con Morante, en el mismo sitio y a la misma hora. Ya sabiendo que está recuperado el hombre iremos mucho más ilusionados, porque el artista siempre estuvo.
Celebramos el Día de Andalucía con un festejo taurino en el Real Club Pineda de Sevilla. En este caso un festival taurino que no se anunciaba como benéfico, por lo que pensamos que debía de ser por cuenta y riesgo de los organizadores. Llamaba la atención el piso plaza de césped, justificado por cuanto el Club Pineda es principalmente hípico, y que la plaza portátil se había montado en los terrenos que rodea el hipódromo, en la pista de saltos de los caballos, que decían que no se había podido cubrir de albero por la dificultada de retirarlo después. Algunos subalternos torcían el gesto cuando lo probaban antes del paseíllo, pero después sólo vimos un traspiés de Luque al verse exigido. Ciertamente era un conjunto cuanto menos peculiar con el piso plaza verde primavera y curioso que en vez de areneros aparecían jardineros que se esmeraron, entre toro y toro, en dejar aquello como para jugar al futbol.
La plaza de toros portátil, de esas que algunos llaman monumentales, de las que tienen barrera y 10 filas de tenido y aforan 4.000 plazas según decían, y tiene hasta ascensor para personas con discapacidad física. Con el lleno lucía majestuosa en la magnífica y soleada mañana. Además, en los alrededores en se habían colocado toldos, mesas y sillas para las cervecitas y demás. Un éxito de organización que no me extrañaría que se repitiese el año que viene y se convirtiera en un clásico, como tantas cosas en Sevilla. Mi enhorabuena a los organizadores.
Un ponerles un pero, indicar que en los carteles el orden de los toros no era el correcto y la mayoría del público confundía lógicamente unas ganadería con otras. Después de tocar la exigua banda de música los himnos de Andalucía y de España, Dávila Miura, alma mater del festival, lidió un primer novillo de Espartaco noble al toreó como en toda su carrera, dándoles las ventajas y luciéndolo. Muy asentado el torero entre los sones de su pasodoble.
Alejandro Talavante ofreció lo mejor de la mañana y desde que se abrió de capa. Para ello tuvo buen ojo en traerse un novillo de su propio hierro con hechuras de embestir y embistió todo lo que le mandó en maestro. Asentado, con variedad y gusto, destacó en los naturales, su fuerte. Vemos muy bien a Talavante para esta temporada. Daniel Luque tuvo el detalle de sustituir a última hora al maestro Espartaco, toreando por la tarde otro festival en Écija. De premio de se llevó un marrajo enorme de Murube con cuatro años y medio, con más pecho y rizos que un bisonte y con las mismas intenciones. Luque estuvo muy torero y decidido con él y le sacó lo que no tenía. Muy digna la actuación de Javier Jiménez ante un áspero toro de Torrehandilla, mas cerca de los cinco que de los cuatro años y que no parecía arreglado para un festival. Mató de una gran estocada. Pablo Aguado tiene esa naturalidad ante los toros que te entra por los ojos y que hace que guste lo que hace, aunque el novillo de Algarra bien poco le dejó. En el último, el novillero Rodrigo Molina, hijo del presidente del club, cortó las dos orejas de un novillo de Núñez de Tarifa ante sus socios. Decir que Eduardo Dávila, Daniel Luque y Pablo Aguado brindaron la muerte de sus novillos a Pepe Luis Vázquez, imagen del cartel del festejo.
Después del festival, las carpas de copeo que se instalaron alrededor se vieron saturadas de público festivo. Todo un éxito que ojalá siente precedente.
Ayer asistí a la entrega del VIII premio taurino del Ayuntamiento de Sevilla al maestro José Antonio Ruiz “Espartaco”. La historia de este premio en curiosa. Lo instauró el gobierno del alcalde Juan Ignacio Zoido (PP) en 2013, otorgándose en sus dos primeras ocasiones a los diestros Pepe Luis Vázquez, a título póstumo y al “creador de ilusiones” como lo ha calificado hoy ABC en su premio taurino, Curro Romero. A partir de 2015 el gobierno de Juan Espadas (PSOE) entregó el protagonismo del premio a la Fundación Europea del Toro y su Cultura, que lo otorgó sin continuidad en cinco ocasiones, sólo destacando el de Miura. El Ayuntamiento de Sevilla vuelva a asumir su protagonismo con el mandato del gobierno de José Luis Sanz (PP), y ha querido mantener los anteriores considerándolo como el octavo premio taurino del Ayuntamiento de Sevilla.
El alcalde en el cierre del acto destacó, entre otros aspectos, la importancia del premio para el ayuntamiento, la unión existente entre el mundo del toro a la ciudad y el motor social y económico que representa para Sevilla. Previamente, el consejero de presidencia Antonio Sánchez, dijo que no se pueden tener complejos al hablar de toros y felicitó al ayuntamiento por recuperar su Premio Taurino.
Foto Ayuntamiento de Sevilla
La actuación de Espartaco en el atril fue irreprochable como sus actuaciones en la plaza. Fue sentida y personal. Dijo que ahora reconocía que gracias a días como este todo en su vida había merecido la pena, que posiblemente fuera el premio más importante de su vida y que mañana lo iba a pasear por su dehesa para que los animales pudieran ver un premio otorgado gracias a ellos. Tuve la fortuna de sentarme al lado de Rafael Moreno, tantos años apoderado de Espartaco, y amenizamos la previa con varias historias de su trayectoria que resultaron casi más interesantes que el acto en sí, que fue amenizado por la banda de Maestro Tejera, que al romper la espera con “platillazo” inicial del pasodoble Plaza de la Maestranza, con el que hicieron el paseíllo de entrada al Salón Colón el alcalde y el premiado, nos sobresaltó como si estuviéramos en la plaza de toros.
El pasado 19 de octubre se presentó en Sevilla el libro “José Gómez Ortega. Lo que los hados se llevaron”, de los autores Carmen del Castillo y Fidel y Julio Carrasco. Este libro cierra la trilogía dedicada a Joselito El Gallo, que empezó con “Plaza de toros Monumental de Sevilla, la dignidad de un proyecto”, siguió con “Dos temporadas y media, el triunfo de Joselito”, rematando con este libro.
La presentación tuvo lugar en el Archivo de Protocolos Notariales de Sevilla, porque es de esos archivos de donde han sacado los autores una parte de lo que exponen en el libro. “Perteneciente al Ilustre Colegio Notarial de Andalucía, el Archivo de Protocolos Notariales de Sevilla se encuentra en una construcción del siglo XVI, el Convento de Monte-Sion. La iglesia de cruz griega pasó a ser parte del Archivo en 1927. El edificio fue reformado por José Gómez Millán, que trazó la actual portada regionalista. Aquí se conservan los Protocolos de más de cien años del Distrito de Sevilla y de Utrera, por un acuerdo con la Dirección General de Bellas Artes y Archivos del Ministerio de Cultura”. El edificio es una maravilla y un gran desconocido incluso para los sevillanos, que muchos descubrimos gracias a la presentación del libro.
Como decimos, esta trilogía empezó demostrando que la Monumental de Sevilla promovida por Gallito estaba perfectamente construida y que solo intereses políticos o económicos la cerraron y posteriormente la demolieron, siguió con el triunfo de Joselito el Gallo en el tiempo que la Monumental estuvo abierta, remata ahora investigando la vida de José fuera del ruedo. Gallito, Joselito y José. El libro es fruto de una investigación concienzuda, pormenorizada e inteligente, y nos soporta todas las conclusiones o ideas para debatir, a base de aportar sus fuentes de información.
Empieza exponiendo la España de principios del Siglo XX, que se abría al turismo y a la “modernidad”, con la vista puesta en la Exposición Iberoamericana del 29 en Sevilla, y cómo las corridas toros entraban dentro de los que ahora se llama el “paquete turístico”. La construcción de la Plaza de Toros Monumental de Sevilla, también entraba en la idea de la oferta taurina para ese turismo.
Continúa investigando sobre las relaciones sociales de José. Donde se va demostrando que mucho de lo que se ha escrito sobre el torero no era cierto. Nos lo han vendido casi como un asceta dedicado al 100% de su tiempo al Toro, y que cuando no toreaba estaba recluido en el campo para prepararse. Los autores destapan una vida social de José con información de sus actividades fuera de los ruedos. Destaca su relación con el mundo de la Cultura, con su amiga, la actriz Margarita Xirgú, analizando el paralelismo entre los grandes espacios para espectáculo que ambos utilizaron, La Monumental José y el Teatro Romano de Mérida, Margarita, primera actriz que lo utilizó para representar una tragedia.
Página 134 del libro
También nos adentra en la desconocida afición de José por la pintura. Nos demuestra que el famoso cuadro de José posando ante una pintura con tres mujeres, de la que se ha escrito cien veces que una de ellas era Guadalupe de Pablo-Romero, es falso en personaje y fecha. Fija inequívocamente fecha, exposición, autor y modelos del cuadro, que eran profesionales, nada de Guadalupe. Aporta, ahora sí, una desconocida foto de Guadalupe de Pablo-Romero, nada menos que presidiendo en La Maestranza. También nos ilustra sobre un desconocido José coleccionista de arte, con el catálogo de una exposición en Madrid en 1918, en la que José aporta varios cuadros y donde los expositores están encabezados nada menos que por S.M. El Rey, seguido por S.A.R. la Infanta Doña Isabel de Borbón y el Excmo. Ayuntamiento de Madrid. Encerrado en el campo es muy difícil ser un coleccionista de esta categoría. También nos hablan del ambiente cultural en Pino Montano y relación de José con el Cine.
Página 182 del libro
Del también cien veces escrito pleito de los Bombas con los Gallos y la anécdota de las banderillas en la retirada de Bombita en 1913. Nos demuestran que nada en absoluto se escribió de esto en ningún medio de la época, y que no fue hasta muchos años después que la escriben Gustavo del Barco y José María de Cossío, y desde entonces se repite varias veces. Exponen la magnífica relación entre las dos familias antes y después de la retirada de Bombita y de la muerte de José. Un dato, el año de su despedida con quien más alternó Bombita fue con Rafael El Gallo (23 festejos) y con José (14 festejos).
Finalmente, el libro aporta datos desconocidos de los protocolos notariales después de la muerte de José. Están, entre otras, las escrituras que informan que José murió sin haber otorgado testamento y el reparto de sus bienes, que eran fundamentalmente Valores Públicos, títulos de deuda pública y otros valores. Todos los datos están en el libro, pero sí voy a exponer algunos detalles. Los gastos del traslado y entierro que pagó Ignacio Sánchez-Mejías, fueron muy costosos y se le reembolsaron del montante de los bienes. Los valores públicos representaban un 83% del total, y para el monumento apartaron los hermanos de un 8% del total del mismo, una barbaridad. Y está escrito que no se hablaba con Rafael. Esto demuestra el cariño y la admiración que le tenían los hermanos a José.
Termina el libro haciendo una reflexión sobre por qué se ha escrito tanta falsedad sobre José y por qué se han omitido tantos pasajes agradables de su vida. Lo que los Hados se llevaron.
Contento el empresario, supongo, porque hubo muy buena entrada. Yo soy muy mal aforador desde que con el COVID vendían media plaza y a mí me parecía casi llena, pero estimo que habría como tres cuartos de plaza y eso para El Puerto es una gran entrada.
Contento el ganadero Juan Pedro Domecq, porque aunque alguno de sus toros tuvo una lidia dificultosa, fueron bruscos o embistieron con la cara alta, en general, se portaron bien con los caballos y, sobre todo, lidió un quinto toro que fue el paradigma del toro artista que buscaba su padre, QEPD.
Contento Morante que ha vuelto del percance con ganas. Esperó a su primero fuera del burladero, costumbre en este ruedo, y le compuso unas verónicas templadas, armoniosas y arrebujadas que ya subieron el ánimo de toda la plaza. Su primero no valía gran cosa, pero se esforzó tirando de técnica y le compuso una faena llena de torería. Estocada algo baja y oreja. En algunas verónicas a su segundo se fundió con el toro a compás, imposible torear más armoniosamente. El toro fue violento y no quería embestir, y a pesar de ello Morante le sacó lo que no tenía, estocada corta arriba y gran ovación.
Contento Talavante porque sorteó el citado toro artista en quinto lugar. En la primera serie se hartó de darle pases de rodillas por delante y por detrás y puso a la plaza en pie. Después lo toreo a placer destacando algunos naturales, pero con demasiados gestos de cara a la galería. En su primera entrada a matar hizo el municipal contrario y después de dejar una estocada le dieron una oreja y hasta le pidieron la segunda. Cosas del toreo moderno en el que la suerte suprema hace tiempo que dejó de serlo. Su primero salió renqueante y acabó derrengado, nada de nada.
Contento Pablo Aguado, y no ya por salir a hombros sino por salir casi ileso después de dos espeluznantes volteretas al entrar a matar al sexto. Quería amarrar la salida a hombros y se tiró a matar a ley, el toro no le dejó pasar y lo volteó de forma muy fea, afortunadamente sin consecuencias. Pues sabiendo que le iba tapar la salida, se volvió a tirar a matar a ley, y lo volvió a prender esta vez de forma más dramática, afortunadamente la cosa quedo en erosiones y pudo salir a hombros. Mucho valor y ganas de triunfar hay que tener para hacer eso. A su primero, un toro áspero le había compuesto una faena de gusto y técnica. Su segundo fue más basto embistiendo con la cara arriba, faena de mérito y exposición.
Y contento el público después de una corrida muy entretenida y variada en la que vimos torear con el arte de Morante, a placer a Talavante y muy bien a Pablo Aguado. Todos contentos.
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