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Ayer estuvimos en La Cervecería Internacional, que era lo que pegaba después del calor que hemos pasado en la plaza, comentando que lo ocurrido en la corrida era lo propio en la Feria. Lo normal es que el personal venga de las casetas a los toros lo suficientemente contento y predispuesto a pasarlo bien. De Daniel Luque ya comentamos en la columna de ayer que era más listo que el hambre, y lo ha demostrado. El sexto bis, un bien armado sobrero de Parladé salió cerca de las nueve de la noche, después de eternizarse la devolución del titular. Perdía las manos, y si se mantuvo en el ruedo fue por la hora que era. El torero brindó otra vez al público, porque ya lo había hecho en el primero, para nada. Y allí, en el sol, le fue dando pases y pases cada vez que el toro se levantaba. Discutió con el maestro de la banda cuando esta arrancó a la séptima tanda (lo de la música merecería una columna para ella sola), le mandó callar ostensiblemente, y éste le indicó que siquiera toreando que él pararía cuando le pareciera oportuno. No hay nada como buscarse un enemigo común para apoyar al torero, y como mató bien en la puerta de chiqueros, el público de la solanera, que ya había aguantado tres horas con unas temperaturas veraniegas, pidió la oreja, y se la dieron. Lo dicho, más listo que el hambre, pero esta oreja de plaza de tercera, que mañana habrá olvidado todo el mundo, no se la vamos a contar como entre las dos actuaciones meritorias que hace al año.
Lo más torero de la tarde corrió a cargo de Morante. Este artista ha vuelto en poner en valor la verónica como pase fundamental del toreo de capa. Las verónicas de Morante son otra cosa, y sus medias, como la del lunes han hecho ya historia. Este año se le ve a Morante más animoso y centrado, y aunque no ha podido cuajar de verdad a ninguno de sus toros con la muleta, sí ha toreado de capa de forma primorosa.
Perera no tiene suerte en Sevilla, a ver si hoy la cambia.
Los toros de El Pilar y Moisés Fraile han estado bien presentados, los menos ofensivos por delante tenían más caja y viceversa. Pero ha blandeado demasiado, otra vez con la suerte de picar simulada en varios toros, alguno manseando o falto de casta, propiciaron una tarde aburrida.