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Morante siempre sorprende

Morante dejó ayer en la corrida de la prensa de Madrid una tarde para el recuerdo. Siendo un gran estudioso del toreo antiguo, aplica técnicas del toreo (toro) moderno consiguiendo sorprendernos muchas tardes con algún detalle de cosas que nunca habíamos visto y que probablemente nunca volveremos a ver.

Foto Plaza1

Ya sorprendió un año en Sevilla haciendo el “galleo del bú” que de por sí sólo ya pagaba el coste de todo el abono. También llevó a un toro por tijerillas al caballo y a otro lo recibió con varios cambios de rodillas que eran Gallo puro. Sin ir más lejos, en la Feria de abril de este año recibió a un toro con 8 pases a una mano a cada cual más artístico. Bien, pues todo esto no lo habíamos visto antes hacer en una plaza ni creo que lo volvamos a ver.

Foto Arjona

Como decía, ayer en Las Ventas nos sorprendió al recibir a su primero con unas verónicas cadenciosas y profundas pero esta vez sin apenas rectificar los pies entre una y otra, rematadas con una media primorosa. Esto ya merecía pagar la entrada. Y qué me dicen del quite a cuerpo limpio a su banderillero, vasito de agua en mano sin que se le cayera una gota y con una cadencia que parecía que estaba bailando con el toro. Y es que el toreo de Morante te entra por los ojos y te estremece sin necesidad de ser analizado. Si dicen que el arte es aquello que visto gusta, lo de Morante es El Arte del Toreo.

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Música maestro

Otros días, y otros años, la banda del maestro Tejera esperaba a evaluar cómo podría ser la faena para acompañarla de los pasodobles que suenan a gloria en Sevilla. Pero ayer parecía que estábamos en las novilladas de promoción en las que tocan en todos los toros haga falta o no. No digo que las faenas no lo merecieran, que a lo mejor sí, pero es que en algunas empezaron a tocar casi antes de empezar a torear. En la de Morante ante el cuarto que era un toro complicado, le tocaron sorpresivamente al primer muletazo el magnífico Suspiros de España.

Un apunte sobre el público que va ahora a La Maestranza. Me he pasado 50 años yendo al Tendido 2, hasta que dejé el abono como otros muchos asiduos, cada uno con sus razones. Ahora voy donde me lleva la taquilla, y el Domingo de Resurrección me llevo al 2. De las 40 ó 50 personas con las que entonces hablaba, junto con otras 40 ó 50 que conocía de vista, apenas pude reconocer ahora a cuatro. El público de Sevilla ya no es el abono, del que desconocemos el número porque no lo publican, es el público que va ese día a la plaza. Por tanto, ya no existe el público de Sevilla, no se empeñen en echarle la culpa de todo. Dos ejemplos cercanos. Ayer la taquilla me llevó al Tendido 3, un tendido señero de “donde los capotes”. Pues un espectador de atrás durante el paseíllo preguntaba que quién era Morante, y otro espectador cercano se pasó la tarde comiendo pipas, eso sí echando las cascaras educadamente en la bolsita adosada que traen los paquetes. Público, que no aficionados, poco o nada exigente, que van a ver triunfar al que sea para después poder contar que estuvieron en los toros.

Lo mejor de la tarde es seguir constatando que Morante de La Puebla está recuperado. Su primero de Garcigrande no tenía ni empuje ni fuerzas y Morante sólo pudo estar en torero. Con su segundo se la jugó sin trampa. Toro peligroso y muy bien armado que vendía cara cada una de sus embestidas y que se vencía por el izquierdo. Pues allí estuvo Morante jugándosela para sacar una faena con la profundidad de su toreo irrepetible, cuya torería le entra por los ojos hasta a los que están comiendo pipas. Se tiró a matar de verdad, pero en toro se le venció y pinchó, si no estaríamos hablando de triunfo grande. Por cierto, en su toreo antiguo volvió a dejarnos una pincelada al empezar la faena con un pase cambiado con la muleta completamente plegada, como vemos en algún video histórico. Cómo será de grande este torero y la buena feria que ha echado, que cuando salió al tercio a recibir la ovación del público en su último toro de la tarde y de la feria, todos los areneros, y digo todos, pararon su trabajo y se unieron al público en los aplausos. Bien por los areneros.

El primer toro de Luque no tenía ni fuerza, ni ritmo, ni empuje, pero el torero lo fue sobando y consistiendo hasta lograr una faena trabajada e inteligente que casi acaba con esas horribles luquesinas. Estocada y petición denegada por el presidente que escuchó la primera bronca. La faena a su incierto segundo no dijo mucho y acabó con los trastos en la arena, la montera del brindis, dos banderillas que se desprendieron y la ayuda que tiró el torero para volver a hacer las luquesinas esas que tanto levantan al público. Estocada trasera, y aunque la faena y la petición eran menores que un su primero, el presidente esta vez sí le dio la oreja. Igual pensó que dos medias orejas hacen una o que no quería ya más broncas.

Rufo se llevó el lote de la tarde, si el tercero tuvo recorrido, el sexto fue el mejor del encierro, bravo en el caballo y con alegría, recorrido y franqueza en la muleta, pero el torero se empeña en hacer la faena moderna de cercanías sin dejar respirar ni lucir al toro, cuando este sexto pedía distancia y recorrido. Petición denegada y bronca al presidente en el primero, y petición con concesión de la oreja cuando ya se llevaban a su segundo toro que impidió la merecida ovación en el arrastre. Otras dos medias orejas que hacen una.

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Morante, punto y aparte

El segundo toro de Morante era igual de feo que sus hermanos, pero mucho más peligroso. El matador se fajó con él en una faena completamente perturbadora, en el fondo y en la forma. Con un torero vulnerable que se ponía donde el toro le podía coger, pero sabiendo que era el sitio donde únicamente podía embestir. Pasándose los pitones al animal a milímetros, como siempre, compuso una faena rotunda de torería, y en la que parecía que todos habíamos pasado más miedo que él. La sensación de abandono del torero a su suerte hacía que pensáramos que le importara todo una higa, menos triunfar. De las faenas más emocionantes y emotiva que se han podido ver últimamente. La rapidez con que se llevaron al toro las mulillas, en contraste con la tardanza del presidente en dar la primera oreja, impidió la petición de la segunda. Ya en su primero demostró Morante que había venido a por todas, con un toro áspero y complicado se la jugó para torearlo con profundidad y andarle en torero. Si lo llega a matar a la primera hubiera cortado una oreja.

La corrida de Matilla ha estado muy mal presentada, con algún toro impropio de Sevilla. Además de los tres rechazados en el reconocimiento nos cuentan que otros seis de los reseñados se quedaron en el campo. Desgraciadamente, Morante se llevó el peor lote. Manzanares sorteó un primero muy potable al que toreó a gusto, pero con su estilo en diagonal y despegado. El mismo torero de siempre, con el mismo pasodoble, la misma faena sin emoción y la misma oreja. El pitón izquierdo del quinto era como para que Manzanares se hubiera ido a por la Puerta del Príncipe, pero con esa muleta como de perchiglás que lleva ahora y la ambición del que ya tiene hecha esta temporada y las siguientes, no dieron para más. Éste fue el único toro ovacionado en el arrastre.

El primero de Talavante desarrolló genio del malo. Hirió a Ambel en banderillas, y el torero lo probó por ambos pitones para nada. Sin embargo, el último era un toro con recorrido y alegre. Sorpresivamente Talavante se lo llevó a terrenos de sol para torearlo en corto y no en largo, en una faena más efectista que profunda. El que debió ser triunfo grande se quedó en una oreja.

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8 capotazos a una mano, 8

Cuando salió el cuarto toro de la tarde, tan abanto y desentendido del primer tercio como los anteriores, nadie podía imaginar que minutos después estaríamos abrazándonos por los tendidos. Cuando le cerraron al toro en el tercio, Morante y le enjaretó 8 capotazos a una mano, de esos que vemos en los videos antiguos de Gallito, a cada cual con más arte y más torería, mientras la locura se iba apoderando de los tendidos. Cuando aquello acabó sonaba la banda de música y estábamos todos de pie aplaudiendo, vitoreando al torero y abrazando a los vecinos. Si dicen que el arte es aquello que visto, gusta, lo de Morante es Arte y aparte.

Ya con la muleta se lo llevó a los medios y le compuso una faena torera y de exposición, pasándose al toro a milímetros, como siempre, y dándole todas las ventajas, hasta acabar en la puerta de cuadrillas. Se tiró a matar o morir, como si su temporada dependiera de ello. Dos orejas sin discusión, a pesar de que un presidente sin sensibilidad concediera la segunda ya con el toro arrastrándose. Vuelta al ruedo apoteósica con gritos de apoyo al torero. En su primero demostró Morante las ganas de agradar que tenía, y le sacó catorce detalles toreros a un toro que por su mal estilo no se lo merecía.

Foto Entreartes Comunicación

De lo demás poco que destacar. La corrida de Domingo Hernández, desigual de presentación, con algún toro basto, ha sido descastada, en general. Con toros tan desentendidos de la lidia que parecía que veían mal. Embestían tres veces bien y dos mal, se aburrían, se paraban, o querían echarle mano al torero. Juan Ortega ha estado queriendo toda la tarde con toros a contra estilo. Al quinto lo recibió con unas verónicas que empezaron esperanzadoras y acabaron atropelladas. El de la música, que todavía estaba obnubilado por lo de Morante arrancó a tocar. Sus dos faenas han sido meritorias para las condiciones de sus toros. Pablo Aguado también ha estado queriendo toda la tarde, pero ni en su basto tercero ni en su desentendido y descastado sexto ha podido hacer más que estar digno con ellos.

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Mal empieza la temporada en Sevilla

El Domingo de Resurrección suele ser un día de decepciones en la plaza de toros, y el de 2025 no iba a ser menos. Ya empezó con el retraso de los matadores en salir al ruedo donde los alguacilillos tuvieron que esperan cinco minutos en formación. Quiero suponer que eran instrucciones para que los que llegan apurados de tiempo, que son cada vez más, dejasen de molestar y fueran tomando asiento. Después los matadores se fueron mucho más allá del tercio y se pararon a escuchar el himno nacional. Talavante fue el único que se desmonteró de los toreros y después hizo así todo el paseíllo, supongo que porque necesitaba las dos manos para volverse a poner la montera. Espero y deseo que esto haya sido sólo en el primer festejo.

La corrida de Núñez del Cuvillo, muy justita de presentación, ha dado el juego previsto en Domingo de Resurrección, poco y aburrido de unos toros con muy poco poder. Además, el primero de la temporada fue devuelto por falta de fuerzas. Empezamos bien. Morante ha hecho lo más torero de la tarde en su primero, unas verónicas inverosímiles de plasticidad y remate y unos arrebatados naturales en respuesta a un público frío por la temperatura supongo. Además, un espectador de la última fila del Dos, se desmayó, fue atendido por una médica del público y después trabajosamente por la Cruz Roja, que estuvieron un rato tratándolo antes de bajarlo sujeto en la tabla. Todo esto con 20 personas del tendido de pie molestando a los demás. Pues Morante mató al toro y el presidente mandó salir el segundo. No digo que esto sea como el futbol y se pare la corrida, pero un poco de sensibilidad para que los señores de la Cruz Roja pudieran hacer mejor su trabajo hubiera estado bien. Por cierto, en el tendido nos dijeron que el espectador había fallecido posteriormente. Esto definitivamente no ha empezado bien.

Luque cortó una oreja en el primero y le han pedido tres. Debe ser cosa del nuevo público que viene a la plaza de toros de Sevilla. En su primero, faena voluntariosa a un toro con poca fuerza y menos recorrido. El arrimón final levanta a unos tendidos festivos. Estocada trasera y oreja de feria y petición de la segunda. Sosa la embestida del último cuvillo, faena larguísima de muchos pases, y pocos buenos, que acaba con la cosa rara esa de las luquesinas, un aviso y petición minoritaria.

Talavante ha estado mal, mucho de cara a la galería, mirando al público. Demasiadas voces y poco toreo. Su primero fue bravo en el caballo, alegre en banderillas y con recorrido las primeras tandas, pero acabó aburrido de Talavante y rajado. El quinto fue el más potable de la tarde, pero no le cogió el aire en ningún momento, mal colocado y fuera de sitio.

El presidente descentrado, no sólo por lo del incidente médico, sino que se las tuvo con Morante por la lidia, cambió un toro con un puyazo y tuvo que pedir que le dieran otro. La música también mal, dos veces los toreros le pidieron que la pararan. Lo dicho, hemos empezado mal, lo mejor el lleno de no hay billetes. Esperemos que esto se enderece.

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Morante, del todo a la nada

Alguien, que supiera de toros, debería de explicarnos esto de que siempre le toquen a Morante los dos peores toros es simplemente capricho de los sorteos o es que hay algo más, porque he oído versiones de que somete y exige mucho a los toros con el capote o que les puede tanto en las aperturas de las faenas de muleta que los desengaña. Yo, que no sé de toros, me decanto por la suerte. Uno que es supersticioso.

Su primero de El Freixo en El Puerto de Santa María no valía gran cosa, poca fuerza y mucho derrote. Pero Morante lo quitó por verónicas de esas que no se olvidan. Empezó la faena de forma genial con esas formas genuflexas, enroscándose al toro, que te hacen ponerte en pie. El resto de la faena no cogió demasiados vuelos por lo remiso del toro a embestir, y sólo tuvo altura cuando conseguía que no se le parara. Su segundo fue un bruto de Jandilla que salió dando cabezazos y desentendiéndose con la cara siempre por las nubes y peligroso por incierto. Le duró a Morante dos muletazos y un bajonazo en el sitio. La bronca del desencanto estaba servida.

El primero de Manzanares era un terciado toro de El Freixo tan impropio para esta plaza que hasta el amable público de El Puerto lo pitó tímidamente de salida. El torero, en otra plaza donde lo miman, hizo una de las faenas a la que nos tiene acostumbrado últimamente, despegado y en diagonal. Estocada trasera y oreja. Su segundo, de Jandilla, fue el paradigma del toro moderno. Manso de salida, le pegó dos coces al peto en el primer encuentro y al primer pase de muleta se fue huyendo desde los terrenos de la presidencia hasta chiqueros, pero después embistió como si fuera un carretón llevado por un atleta. Fijo, largo, obediente, con transmisión y hasta con emoción. Manzanares estuvo muy centrado con él y firmó su mejor faena de la temporada, y me atrevo a decir de los últimos años, destacó en los cambios de mano y los pases de pecho. Toreó hasta por la espalda. Estocada y dos orejas.

La naturalidad del toreo de Pablo Aguado entra por los ojos. Con unos trastos pequeños lleva a los toros con una delicadeza y una suavidad que parece imposible, pero sus faenas no acaban de ser rotundas. Parece que requiere de demasiada preparación entre series o entre pases, y se pierde la unidad de la misma. Aun así, superó a dos toros y cortó una oreja a cada uno de ellos después de matarlos de sendas estocadas a ley, la primera magnífica.

Muy buena entrada, empezamos con tres cuartos largos y acabamos con casi lleno, porque aquí, como en todos sitios, la gente llega con retraso a los toros por muy tarde que empiece la corrida, 20 horas en este caso. Lo del trasiego constante de destilados ya lo hablamos otro día. Dos toreros a hombros en noche cerrada, con casi tres horas de festejo.

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La sonrisa de Morante

Vimos en El Puerto a José Antonio Morante de la Puebla afortunadamente recuperado. Esa sonrisa con que recibió la oreja del cuarto era la sonrisa de todos sus partidarios y nos decía que se había recuperado el hombre, que se había recuperado el artista y que se había recuperado el torero.

Morante iba vestido de categoría con un traje sangre de toro e hilo blanco con medias blancas, y dentro de la magnífica corrida de Núñez del Cuvillo, pechó con el peor lote, como casi siempre. Su primero era un toro “regordío” y muy remiso a embestir, pero Morante a base de porfiarle le sacó una faena de las suyas, torera y artista, donde destacaron unos naturales prodigiosos llevando al toro pegado a la muleta y a la cintura. Ahí vimos que se había recuperado el artista. El toro se llevó una buena pitada en el arrastre. En su segundo impartió una clase magistral de toreo a la verónica, profundas y obligando mucho al toro, quizás por quebrantarlos tanto con la capa llegan algo remisos a la muleta. La faena fue de mucho mérito a un toro que se puso muy exigente y al que hubo de exponerle mucho. Ahí vimos que se había recuperado el torero. Lo mató de un estoconazo arriba del que el toro salió sin puntilla. Oreja y sonrisa.

El primer toro de Roca fue magnífico. Bravo, noble y obediente, pero en este tipo de toro Roca no destaca. Su toreo fundamental es demasiado rectilíneo como para emocionar. Buena estocada entrando a matar despacio, oreja y ovación al toro en el arrastre. El quinto ya era otra cosa, era ya más el toro de Roca, que está mejor con el toro malo que con el bueno, no es que este fuera malo, pero no era el bravo segundo. Primera tanda de muleta con las dos rodillas en tierra y sin moverse. Si el toro se le cruzaba se lo sacaba por detrás y si no por delante. Faena de las suyas encimista y de valor. Bajonazo, dos orejas, salida a hombros y con 14 policías protegiendo la camioneta para que se fuera como el presidente del gobierno.

El primero de Ginés Marín también fue un gran toro, aplaudido en el arrastre. Cuando el torero le daba distancia iba largo y con celo. El torero quiso empezar la faena en los terrenos de chiqueros, pero cuando salió de allí le compuso una faena artística. Estocada, aviso y oreja. Su segundo lo toreó en terrenos del sol, ya a las 10:30 de la noche se estaba bien, empezando con su estilo artista y acabando en los arrimones modernos. Pinchó, el único pinchazo de la tarde noche.

Magnifico ambiente de corrida grande con los tendidos llenos como hacía tiempo que yo no veía en esta enorme plaza. En todas las faenas tocaron la música a cargo de esa gran banda del maestro Dueñas que suena tan bien cuando toca pasodobles clásicos y tan fuerte cuando parecen marchas de entrada en la Campana. Por cierto, Curro Javier puso dos pares dejándose llegar al toro a la barriga, que hizo sonar la música.

El sábado otra cita con Morante, en el mismo sitio y a la misma hora. Ya sabiendo que está recuperado el hombre iremos mucho más ilusionados, porque el artista siempre estuvo.

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Irregular y descastado encierro de Alcurrucén

Es una obviedad decir que el resultado de una corrida de toros depende de la condición de los toros que se lidien. El encierro de Alcurrucén fue descastado y de un comportamiento irregular, donde igual se tragaban con nobleza dos pases, otros dos descompuestos o no querían embestir. Así era imposible cualquier lucimiento.

Morante de la Puebla no ha tenido la fortuna de que le toque un toro con posibilidades en toda la Feria, y yo veo al torero dispuesto, con torería en todo lo que hace, pero sin posibilidades. Su primero tenía poca fuerza y el poco fuelle que le quedaba se lo quitaron en un segundo puyazo excesivo. Su segundo toro tuvo un poquito más de ganas dentro de su irregularidad. Pero los diez pases que tenia se los sacó Morante con su torería y de por sí, valieron la tarde.

Castella compuso a su primero una faena irregular, como el toro, a los sones del pasodoble “Juncal”, que a la postre fue lo mejor de la faena. Mató de una estocada baja y hasta le pidieron la oreja no concedida. En su segundo vimos la muestra de la pérdida de aficionados y la afluencia de público, y de turistas (llamemos turistas en este contexto a los que no saben nada de toros como los cuatro señores que teníamos delante en el 4, que era la primera corrida de todos que presenciaban en su vida). El toro salió suelto en el capote, como casi todos lo de Núñez, cuando se le exigía arrastraba algo los cuartos traseros, pero después galopaba alegremente alejándose de los piqueros porque no quería pelea con ellos. Pues el público y los turistas quería que lo “descambiaran” por manso y porque “no servía”. La degeneración de La Maestranza tiene estas consecuencias. Sin embargo en la muleta arranco a embestir con nobleza, siendo el mejor de la tarde. Menos mal que no lo descambiaron. Castella le compuso una faena inteligente, de exposición y tan larga que ni la música puso acortar.

Tomás Rufo no podido hacer casi nada. Si sus propios apoderados, que se supone que para Sevilla van a traerle lo mejor que tienen, lidian esto, su frustración tiene que ser que comprensible. Conste que la corrida ha estado muy bien presentada, con toros muy armónicos y serios, pero el juego ha sido otra cosa. A su primero le dio los pases que ni el toro ni el público quería y el sexto era un mulo que no quería embestir.

Y otro “No hay billetes”

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Limpieza de corrales

Hay diferencia entre una corrida variada y otra desigual. Cuando un aficionado te dice que la corrida ha sido variada entendemos que ha habido de todo, entre lo bueno y lo malo, pero cuando te dice que ha sido desigual entendemos que ha estado entre malo y lo peor. Pues la de ayer además de desigual fue una limpieza de corrales. No se puede venir a la Feria de Sevilla, en farolillos en día de no hay billetes, con toros que han ido desde cinqueños largos a cuatreños muy cortos, y con unas hechuras muy dispares. Una autentica limpieza de corrales. El comportamiento, además ha sido malo en general, desde los que no querían embestir, a los que lo hacían sin clase o mansos. Muy mal Garcigrande, Domingo Hernández Menos mal que Juan Ortega nos salvó la tarde en el último.

A Morante es un lujo verlo hasta con el toro malo, todo lo que hace está impregnado de su torería, aunque ayer poco de lucimiento pudo hacer. Luque está en un momento que les puede a todos los toros. Su primero se movía sin clase y su segundo fue manso, pero se agarró a él como a un clavo ardiendo, y base de pundonor fue sacándole los pases que el toro no quería. Con el público a favor le empezaron hasta a tocar la música de una banda muy predispuesta, menos mal que el torero la mandó callar, y siguió allí peleándose con el manso con sus “luquesinas” y todo. Estocada caía y una oreja.

Juan Ortega es un torero exquisito, al que algunos aficionados llaman de culto, pero que cuando torea poner de acuerdo a los cultos y a los incultos. Y es que torea muy despacio, hace que los toros le embistan a la velocidad requerida para que aquello de pueda paladear. Las tafalleras del quite al primer toro de Luque fueron un compendio de armonía y limpieza, y al último toro de la tarde, el único que embestía por derecho, le compuso una faena de esas que se quedan para el recuerdo a los sones de «Manolete». Con el toro embistiendo a la velocidad de los toros mexicanos, Juan lo llevó pegado a la muleta en una obra que iba a más en cada pase. Dos orejas muy merecidas.

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La dificultad de elegir toros de lidia

El año pasado la ganadería de Juan Pedro Domecq no lidió en Sevilla, fue castigada un año en la nevera, como dicen ahora, por su mala experiencia en el año anterior. Sin embargo, su temporada española de 2023 fue muy buena. Según he podido sacar de portaltaurino.net, lidió un festival (12 orejas y 3 rabos) y 14 corridas de toros, 4 de ellas con otras ganaderías y de concurso. Pues en estas corridas cortaron un total de 66 orejas y 2 rabos, incluyendo un indulto, con salida a hombros del mayoral, en Burgos. Estas corridas incluían plazas como Madrid (San Isidro y Beneficencia), Valencia (otras dos tardes), Bilbao o Zaragoza. Una media de 5 orejas por corrida, una magnífica temporada, sin duda.

Con estos antecedentes es comprensible que las figuras pidan una corrida de JP para Sevilla y que el empresario le levantara el castigo. Pero ahí viene la paradoja dificultad del toro de lidia, la corrida fue de petardo gordo. Toros sin casta, mansos, sosos, como para mandarla otro año a la nevera. Con las magníficas corridas de toros de Santiago Domecq y El Parralejo de los dos días anteriores, la afición se preguntaba por qué las figuras no piden estos toros en vez de los JP. La respuesta ya la hemos dado, 5 orejas de media por corrida en 2023 lo explican ¿Quién se equivocó ayer entonces, los apoderados, los toreros, los veedores, los asesores artísticos, la empresa, el ganadero, el público que llenó la plaza, Onetoro que la televisó?. Pues vaya usted a saber, salvando al público y a los televidentes que son los que mantienen el tinglado este, suponemos que todos tiene su parte de culpa, personalizados en el ganadero, por no decir en los toros. Ayer se lidiaron toros cuatreños muy cortos, algunos de ellos muy justitos para Sevilla, y se echaron para atrás cinco toros en el reconocimiento. Igual se quedaron en el campo los de las cinco orejas. Nunca lo sabremos.

De la corrida poco que decir. Morante nos deleitó en su primero con su torería, y es que da gusto ver a Morante con el toro bueno, con el toro malo y casi sin toro. A este primero lo lidió como sólo él puede hacerlo, y si la espada no cae baja le hubieran dado la oreja, pedida de forma no mayoritaria. De los demás nada, un desfile de mansos descastados en los que Mazanares ni se puso y Pablo Aguado lo intentó dejando en los medios una verónica y una media para el recuerdo.

@isanchezmejias