A falta de temas transcendentales, de rabiosa actualidad o de otros de los que ustedes quieran que comentemos, vamos a hablar hoy de mi humilde almohadilla.
En los tiempos que trabajaba para la multinacional de auditoría, iba todos los años a Estados Unidos un par de semanas. De los americanos me llamaba la atención, entre otras cosas, su absoluta falta del sentido del ridículo y lo prácticos que son para las cosas sencillas. Recuerdo que la habitación individual del centro de formación que tenían a 60 millas de Chicago, había como una especie de manual de instrucciones para que pudieran convivir tantas culturas en dicho centro. Decía sobre el uso de las habitaciones: “Prohibido hacer parties en las habitaciones”, punto y seguido “Se entenderá por party cuando coincidan más de dos personas en una misma habitación”. Está claro. Podían admitir un encontronazo con una (o con uno) pero nada de tríos ni de ahí para arriba. En el centro de formación europeo, que estaba en un hotel de Segovia, y del que tambien era asiduo, por supuesto no existía tal manual y, en caso de existir, hubiéramos dicho cosas como “no molestar por las noches”, “respeten el descanso de los demás” u otros lugares comunes, pero no teníamos tan claro qué hacer o qué no.
Viene esto al caso porque mi hija Avencia, en su último viaje a Estados Unidos, me ha traído la almohadilla que usan en el estadio de futbol americano (rugby) para ver a los “Miami Dolphin”. Este sencillo artilugio, que en la Maestranza las he visto de todo tipo, desde las típicas de la Cruz Roja, hasta las taurinas listadas e incluso hinchables, en el caso de los americanos han conseguido además, sea más práctica y multiusos . La estrené en San Miguel, aunque le quité la escandalosa pegatina verde con la silueta del delfín mascota (cosas del miedo al ridículo español) y les puedo asegurar que nunca dispuse de tantos gadget. Cabe el paraguas plegable (recuerden que amenazaba lluvia), la botella de agua, el pañuelo, las llaves de casa y las de la moto, el móvil y, al terminar, te traes también al programa de la corrida. Supongo que los yankees meterán también el sándwich para el intermedio, la cocacola y la gorra (por supuesto con la mascota), pero en los Toros todavía prevalecen las formas y yo no me he desecho, del todo, de mi español sentido del ridículo.