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El Juli sortea el lote de su vida

Como sé que lo primero que quieren ustedes saber es si estamos de acuerdo con el indulto, lo diremos rápido: depende. Y soy de los aficionados que piensan que el indulto es un premio excepcional para un toro excepcional en TODOS los tercios. De los que debieran de darse dos o tres al año, y no los “tropetecientos” actuales. En este sentido no estoy de acuerdo. Por otra parte, tenemos la corriente triunfalista de los que creen que cada tarde tiene que haber triunfos, y mientras más mejor. Que cinco orejas y un indulto llenarán la plaza los próximos días por las expectativas de los asistentes de volver a ver algo grande. Si a esto unimos la corriente de pensamiento acomplejado, que argumenta que, para contrarrestar a los animalistas, nosotros somos tan bueno que perdonamos la vida todos los toros que se la merecen, comprenderán ustedes que los indultos abunden. Pero el indulto este de “Orgullito” ha tenido un componente esencial, el público, influenciado por los argumentos expuestos, la ha pedido mayoritariamente, y como este es un espectáculo democrático, el presidente lo ha concedido. Punto.

El indulto me pilló cerca

La corrida de Garcigrande ha dado un gran juego, y El Juli ha sorteado un lote extraordinario. A su primero, todo lo que le faltaba de cara lo tenía de calidad y de nobleza. Obediente durante la faena de muleta y con duración, como si estuviera con el carretón. Cuando a la embestida de un toro le falta emoción, esta la debe de poner el torero, y a la faena de El Juli le faltó alma. A pesar de ello y después de una estocada, le dieron las dos orejas. Su segundo no dijo nada en los primeros tercios, de hecho, El Juli ni lo toreó de capa. A la salida del último puyazo en la paletilla, el banderillero lo llevó de largo y el torero sí lo tereó a la verónica. Ahí creo que lo vio, y lo brindó al público. En la muleta fue el toro soñado, con clase, calidad, recorrido, ritmo y duración. El Juli se hizo una faena de ensueño, obligándole a cambiar de ritmo y de dirección como y cuando quiso. Una faena como supongo que habría soñado hacer en Sevilla. Ahí queda eso, cuatro orejas, Puerta del Príncipe y triunfador de la Feria.

El lote de Ponce también fue bueno, más exigente, pero de orejas. Al torero se le vio con ganas de agradar, pero su primero lo trasteó muy despegado, sin ajustarse y en diagonal. La faena a su segundo fue más más limpia, aunque tampoco es que toreara muy ajustado, aun así, y a remolque del triunfalismo comentado cortó una oreja. Talavante, muy desganado, tiró por la calle de en medio a la primera dificultad del tercero, y lo intentó con el encastado sexto, pero con muy poca convicción. Así no se puede venir a Sevilla.

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Decepcionaron los Victorinos

Con la salida de sol, la vuelta del calorcito primaveral y la llegada de la Feria y de los victorinos, todos estábamos contentos y esperanzados. A mediodía acudimos a la caseta del Casino Los 40 al tradicional acto de entrega del premio al toro más bravo de la Feria anterior. En este caso otorgado a “Yegüero”, “Amapolo” en los carteles, de Miura, lidiado por Pepe Moral. El precioso premio, presentado por el presidente del casino D. Ignacio Sánchez Ibargüen, fue entregado a los ganaderos D. Eduardo y D. Antonio Miura, por el alcalde D. Juan Espadas, que cada año honra el acto con su presencia. Terminado este estuvimos de tertulia y vinos, como debe ser en una feria.

Pero nuestro gozo en un pozo, por la tarde la esperada corrida de Victorino defraudó. Y lo hizo porque dados los antecedentes en esta plaza esperábamos mucho más de la condición y el juego de los toros. En general fue sosa, sin recorrido, alguno peligroso pero sin poderte pelear con él, otros rajados y otros parados. Eso sí, muy bien presentados, con algún toro aplaudido de salida.

Foto. Glez. Arjona para aplausos.es

Así pocas cosas pudimos ver. Ferrera, que intentó de todo y no pudo sacar nada. Luque muy voluntarioso y bien colocado pudo sacar unos buenos derechazos en el último, antes de que el toro se rajara. Lo mejor lo vimos con la capa de Escribano, se fue a porta gayola en su segundo (también lo había hecho en el primero), el toro se le vino cruzado, cosa habitual en esta plaza con ese portón tan ancho, tuvo que echar cuerpo a tierra, pero se levantó, le volvió a dar dos largas pegado a chiqueros y le enjaretó unas magníficas verónicas que hicieron sonar la música. Después también nos puso en pie con el arriesgado par al quiebro pagado a tablas. El toro embestía muy despacio pero como sin ganas, con poco empuje, aun así hubo petición minoritaria después de una buena estocada.

No queremos dejar de mencionar dos magníficos pares de Raúl Caricol, arriesgados y ganando la cara con gallardía.

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Fracaso del toro de las figuras

No se líen ustedes con los nombres de las ganaderías de Hnos. García Jiménez, Olga Jiménez y Peña de Francia que se anunciaba el viernes, esto es “lo de Matilla”, que piden las figuras o impone el poderoso taurino. En cualquier caso, un toro hecho para la tauromaquia actual de las figuras modernas. El ganado fue un fracaso absoluto, descastados, sosos y aburridos, mansos, rajados y sin ninguna emoción, propiciaron un tostón de casi tres horas que encima tuvimos que aguantar bajo un frio de enero.

Y después la presentación, varios de aspecto anovillado, dos con edad justita, tan justita que alguno era novillo de verdad el Domingo de Resurrección, no se entiende como fueron aprobados varios de estos animales. Encima, el lote de Roca Rey fue devuelto, su primero por descoordinado, y su segundo, suponemos que por su pobre presentación, porque por más que le pegaron en el caballo y los subalternos le bajaron las telas, no consiguieron que doblara las manos. Salió un sobrero de Torrestrella al que se le debió pegar la condición de sus vecinos de corrales, porque salió igual de soso.

Si después de esto leen que Alejandro Talavante cortó una oreja, será porque, según la vertiente triunfalista, hay que cortar orejas en todas las corridas, y de momento lo estamos consiguiendo en los festejos del abono que llevamos. Pero es una oreja que no vamos a recordar.

Los únicos que de verdad brillaron ayer fueron las cuadrillas, con Curro Javier pareando de forma soberana y jugándose la vida hasta el punto de ser alcanzado en su segundo par, por el que sonó la música. También destacaron Javier Ambel, Valentín Luján, Juan José Trujillo o Juan José Domínguez.

Lo que les decía, un tostón. Esperemos que esta tarde los victorinos ofrezcan la emoción que nos faltó el viernes.

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La Palmosilla justifica su inclusión bajo la lluvia

Cuando allá por el mes de enero nos enteramos de que la única ganadería novedad del abono 2018 iba a ser La Palmosilla, muchos juramos en arameo, quizás tanto por ser esta ganadería como por ser la única. Pero hoy ha echado una interesante corrida de toros, con clase, nobleza y recorrido. Ha bajado la nota el primero, de nulas fuerzas, el tercero que claudicaba dentro de su nobleza, siendo el sexto el único que desarrolló dificultades.

La tarde no estaba hoy de toros. Con vientos huracanados en Sevilla, que han hecho más por quitar los veladores de la Avenida que nuestro señor alcalde, y lluvia cerrada, prefería uno quedarse a cubierto más que ir a los incomodos tendidos de la Maestranza a calarse hasta los huesos. Pero los aficionados se han visto recompensados una interesante corrida de toros.

Luis Bolívar que en su flojo primero poco pudo hacer, se encontró con un cuarto noble, con recorrido y duración. Pudo con él de principio a fin, con un toreo clásico y pulcro, quizás demasiado pulcro como para poner Sevilla a revienta calderas, pero una faena de mucho calado. La estocada cayó baja y, a pesar de ello, cortó una oreja que deseamos le sirva para hacer más contratos.

Joselito Adame ha sorteado el mejor lote. Su primero era pronto, pero la faena no tomó vuelos suficientes. Su segundo fue un gran toro, muy aplaudido en el arrastre, encastado, lo que significa que no era tonto, pero que metía la cabeza y embestía de largo. Pero no lo entendió, o no le pudo, o no le quiso poder. Por el pitón izquierdo era para jugársela y reventarlo, pero le enganchó los trapos las primeras veces el torero tiró por la calle de en medio. Una pena.

Rafael Serna es el que peor suerte tuvo en el sorteo. Su primero, de mucha clase, en cuanto le exigía, perdía las manos. De forma que le compuso una faena a favor del toro, y aun así, sacó cuatro o cinco naturales de mucha calidad. El sexto, ya bajo el diluvio universal, desarrolló peligro. Otra vez será.

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Unos naturales de Pepe Moral

La tarde fría y ventosa en Sevilla no se presentaba muy taurina, y, desgraciadamente, ha venido el primer percance de consideración. El tercero de Las Ramblas, astifino, era manso de salida. Román se hizo tragarse varios muletazos a los embestía bobalicón y sin emplearse, hasta que pudo echarle mano. Con la cornada nos quedamos sin poder ver a Román que se presentaba en Sevilla.

La corrida de Las Ramblas, bien presentada, ha tenido poco celo y poco recorrido, sin que hayamos podido ver faenas redondas. Curro Díaz ha demostrado el toreo de clase que tiene, se le ha visto queriendo, y en sus dos toros ha dado muletazos de categoría, aunque sin redondear faena. En el primero dio una vuelta al ruedo y a su segundo, en el que había subido de tono la faena lo mató de un bajonazo. Parece que los triunfalistas van ganado terrero porque la petición fue como si hubiera hecho la suerte suprema como es debido. Menos mal que nuestra presidenta, Doña Anabel Moreno, tiene ojos en la cara y criterio, pero tuvo que soportar injustas protestas por negársela.

Pepe Moral ha hecho lo más meritorio de la tarde, unos naturales a su segundo, profundos y largos. La faena, por el poco celo del toro no fue ni redonda ni emocionante, pero hubo muletazos largos de calidad. Oreja. El que mató por Román desarrolló cierto sentido y poco pudo hacer para redondear al triunfo.

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Sólo Pablo Aguado aprovechó la oportunidad

La primera corrida del ciclo continuado de festejos de esta temporada 2018 se presentaba muy interesante. La ganadería de Torrestrella, que el último año había dado un juego magnífico y cuyo propietario D. Álvaro Domecq se ha pasado toda la semana en Sevilla recogiendo los premios del año pasado. Además, tres toreros sevillanos que tenían que romper: Javier Jiménez, Lama de Góngora y Pablo Aguado. A pesar del interés, la media plaza cubierta demuestra que el aficionado ha desertado definitivamente de los toros.

Los torrestrellas, algo peor presentados que la del año pasado, han dado un juego interesante, con matices. Quitando el primero que no tenía fuerzas y debió ser devuelto a la primera caída, el resto ha tenido la casta y las dificultades propias del toro bravo, por eso las figuras llevan años sin querer anunciarse con este hierro. Alguno nos recordó por qué, como el quinto, pero los restantes fueron toros que, a poco que se le hubieran hecho las cosas bien, eran de triunfo, y los toreros lo rozaron.

Es emocionante ver los toros galopando ir al caballo, en la de ayer casi todos lo hicieron, o arrancarse a la muleta, quizás pocas cosas más hermosas en el ruedo que un toro arrancarse al galope. Pero los toreros actuales están acostumbrados a otras distancias más cortas, o no se sienten cómodos dejándose llegar a los toros de lejos, o igual tenemos otros gustos. Los toros de ayer, con más distancia, perdiéndole pasos, hubieran ofrecido faenas mucho más emocionantes.

Javier Jiménez no acabó de cogerle el aire a su segundo. Lama de Góngora es un torero muy del gusto del público sevillano, y a pesar de ahogar un poco la embestida de su primero, hubiera cortado oreja si lo mata bien. En su encastado segundo estuvo digno. Pablo Aguado, del que sentimos la reciente muerte de su padre, fue el único que aprovechó la oportunidad. En su segunda corrida como matador de toros estuvo bien con en los dos, con el magnífico sexto mejor que con su primero. También sin darle mucha distancia a los toros, sí toreó con cadencia, ritmo y temple. Hubiera cortado una oreja en su primero de no fallar con la espada (esa manía actual de los toreros de matar en la suerte contraria a toros bravos) y cortó una merecida oreja en su segundo a pesar de pichar. Nos alegramos de su triunfo

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Ferrera y Roca iluminan Resurrección

Para un sevillano la corrida del Domingo de Resurrección es la más importante del año, la que nos hace reencontrarnos con La Maestranza después de mucho tiempo. Siempre fue el mejor cartel de la temporada. Desde los tiempos en que Curro le daba prestancia y señorío al día, hemos visto careles siempre de figuras. Últimamente era Morante, tan del gusto sevillano, el que abría el día, pero este año, al pretender hacer una temporada tan peculiar como la que tiene planificada, nos quedamos sin su presencia. La empresa, en vez de traer a las figuras consagradas, trajo a los triunfadores de la temporada pasada, que además son de su órbita, Ferrera y Roca Rey, y lo completó con Manzanares, un fijo en los últimos años. El cartel, a la vista del “no hay billetes” resultó todo un éxito.

Pero la primera en la frente. Los toros de Victoriano del Río y de Cortés, fueron siendo rechazados en el reconocimiento, hasta nueve por lo que leímos (que por cierto ya no poner el parte en la Puerta del Príncipe), y se fue completando como se pudo, en algún caso, con la benevolencia de la presidencia, porque el último que saltó a la arena hoy, con cuatro años recién cumplidos y de muy pobre presencia, no habría pasado en otras circunstancias. Su juego fue muy variado, alguno se movió con clase, como el tercero, el segundo fue bien al caballo, alguno encastado, y otros se querían rajar, o se rajaron, como el último.

Antonio Ferrera con su primero no se entendió, pero en su segundo vimos al Ferrera de la temporada pasada, centrado, variado y con un toreo clásico que gusta. Faena superior, muy jaleada por el público, pero al que la espada y el descabello enfrió hasta el punto de que la petición no fue mayoritaria. No hemos visto a Manzanares a la altura de las circunstancias hoy. Su primero era un toro encastado que se vencía por el derecho, al que no le cogió el aire, y que le propinó un volteretón para meterlo en la enfermería. Ese toro tenía otra faena. Su segundo bajó la nota del festejo, fue el peor y no se vio al torero a gusto en ningún momento. Debía estar resentido del percance porque en el último ni salió del callejón en banderillas, y delegó su labor al subalterno.

Roca Rey es el torero joven que más expectación levanta. Sabemos que cuando torea algo va a pasar porque sale a por todas y no se mueve un ápice de donde se coloca y que son sitios comprometidos. Su labor en el primero fue de mucho mérito, con una gran faena de muletazos largos y templados. El toro tardó mucho en caer y el premio se quedó en una oreja. El último del encierro, chico y feo, que habían traído esta mañana, se rajó desde el principio y solo pudo arrimarse. Este toro no debió brindarlo al público, primero porque no lo valía y, sobre todo, porque ya nos había brindado el primero.

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Alfonso Cadaval en Los 40

Como otras veces, hemos estado de tertulia taurina en el Casino Los 40. Esta vez hemos tenido la oportunidad de conocer más de cerca al único novillero que tomará la alternativa este año en Sevilla, Alfonso Cadaval. Además de una nutrida representación de socios, con nuestro presidente a la cabeza, D. Ignacio Sánchez Ibargüen, han asistido varios miembros del jurado taurino de la Tertulia: El maestro Tomás Campuzano, el rejoneador Javier Buendía, el periodista y apoderado Rafael Moreno y el ganadero Antonio Navarro.

Considero que es interesante conocer lo que piensa la gente que empieza, y Alfonso Cadaval nos ha contado su experiencia vitad de cómo se fue formando su afición a los toros, gracias a su padre y su familia, y de cómo decidió dedicarse en cuerpo y alma a ser torero. Siempre en positivo, ha contados sus deseos y esperanzas para esta temporada, que será la más importante de su carrera. Se presentará en San Isidro de novillero, vendrá a Sevilla con la de El Parralejo y tomará la alternativa en San Miguel de las manos de Morante. Muy sensato y con los pies en la tierra, habló de las dificultades para llegar a ser torero. Tanto Rafael Moreno como Tomás Campuzano, que de esto saben algo, incidieron en estas dificultades, cuando antes los novilleros, no es que llegaran mucho más placeados que ahora a la alternativa, sino que llegaban muy toreados a Sevilla o Madrid. Ahora hay que triunfar en Sevilla o Madrid, sin apenas experiencia, para poder torear algo de novillero.

Hablamos de todo un poco, de los carteles de Sevilla, de su abono que no parece remontar, de las ganaderías que vienen y de las que no vienen, de los jóvenes, de los consagrados, de que ahora se montan las ferias para las figuras, de los precios, del futuro de la Fiesta, en fin, una tertulia taurina.

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Despedimos a Juan López, un morantista

Ayer nos enteramos del fallecimiento de D. Juan López Cuevas, toda una institución en Algeciras. Empresario muy ligado a su cuidad de donde fue presidente de la Junta de Obras del Puerto y de la Cámara de Comercio, desarrollando muchas iniciativas empresariales que abarcaron diversos sectores, desde concesionarios de coches, hasta la construcción. Pero para mí, Juan era el padre de mi amigo Aurelio, y un entusiasta aficionado los toros.

Empezó a seguir a Morante de la Puebla, no tenía mal gusto, y través de su paisano y banderillero de Morante, Javier Sánchez Araujo, le fue proporcionando los puros que el maestro se fumaba en el callejón entre toro y toro. Se fueron conociendo y admirando mutuamente. Juan tiraba de su hijo para ver a Morante por muchas plazas, y he tenido a ocasión de comer con ellos en los almuerzos previos en muchas ciudades. Me llamaba la atención lo optimista que estaba siempre, lo vitalista y entusiasta que era, y, sobre todo, lo independiente que seguía de todos a sus casi 90 años. Cuando llegaba su hora nos decía “ahí os quedáis, que a mí me gusta llegar pronto a los toros”, y se iba. Su amistad con Morante se fue consolidando con el tiempo. Para que se hagan una idea, Morante se vestía en casa de Juan cuando toreaba en Algeciras, nada de hoteles. En una ocasión le regaló un vestido de torear, a lo que Juan correspondió regalándole un biombo que fue de Joselito el Gallo, para que el torero completara su despacho. Ya escribí esta entrañable historia, que ahora pueden rememorar en este enlace. En la actualidad había ideado que Morante debía liderar una edición de puros selectos, y había convencido al maestro y a los directivos de ALTADIS, para desarrollarla. Cuando murió estaba trabajando en el guion de la reunión que ya tenían previsto mantener todos, la semana próxima. Activo y emprendedor hasta el último momento.

Hoy, al finalizar la misa, su hijo Aurelio ha hecho un emotivo perfil de su padre, destacando la importancia que le dio siempre a la familia, lo que había luchado por Algeciras y su desarrollo, sus múltiples iniciativas empresariales y la afición taurina que le ha llenado y alegrado sobremanera los últimos años de su vida, y ha agradecido la amistad con “José Antonio Morante Camacho (no de la Puebla)”, que ayer vino con su familia al tanatorio para acompañar toda la tarde a la de Juan.

Descanse en paz.

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Libro sobre Javier Castaño

Ayer tuvo lugar la presentación en Sevilla del libro “Castaño, alma de acero (El torero que venció al cáncer)”. El acto se celebró en la sede de la Fundación de la Caja Rural, y contó con la presencia del matador y del autor del libro, el periodista Javier Lorenzo, y estuvo guiado por el periodista local Emilio Trigo, e incluyó diversos videos ilustrativos. Su prólogo, bajo el título de “Torero de acero” está firmado por el crítico Ignacio Álvarez Vara “Barquerito”, y el epílogo “El triunfo del silencio” por el maestro Santiago Martín “El Viti”.

En el acto, tanto el autor del libro como el torero, fueron contando cómo llevó con total discreción su enfermedad, con los penosos tratamientos, hasta que la oncóloga le informó que estaba curado, y sólo 17 días después tenía la de miura en Sevilla ¡Menuda papeleta! Todos hubiésemos entendido que se hubiese quitado, pero lejos de eso, y a pesar de haber salvado a vida ante el cáncer, decidió jugársela de nuevo ante los miuras. Empezó una frenética preparación en la que su peor momento fue cuando invitado a tentar en Zahariche, y después de charlar un rato a su llegada con Antonio Miura, éste preguntó que cuándo iba a venir Javier Castaño. No lo había reconocido.

La cerrada ovación que los aficionados le dimos al romper el paseíllo ese día fue poco para lo que se merecía el torero. Esto le escribí en mi artículo de ABC de ese día “El respeto por el gesto de Javier Castaño se puso de manifiesto al romperse el paseíllo, ovación cerrada de la plaza puesta en pie y de sus propios compañeros. Óle por el torero. Su primero fue un torazo de 606 kilos, difícil y de comportamiento típico miura. Lo tumbó con un estoconazo al segundo intento, que bien podría ser la estocada de la Feria”. Por cierto, le dieron el Premio a la mejor estocada de la Feria.

El libro trata prácticamente toda la carrera de Javier Castaño, sus inicios, sus altibajos, su resurgimiento, su relación con Miura y su batalla con el cáncer. Incluye, además, numerosas fotografías. Lo recomiendo.