Hace un par de semanas un comentarista de este blog me pidió que hablase de Luis Francisco Esplá en el año de su retirada.
Lo cierto es que no tengo muchas referencias de ver en la plaza a Esplá. Tampoco ha sido un torero que se haya prodigado mucho, no creo que pase de las 20 corridas por año, y en Sevilla solo recuerdo haberlo visto con los Guardiolas. Sí lo vi a finales de los 90 en El Puerto de Santa María, donde tuvo una cogida espelúznate contra las tablas poniendo banderillas, de esas que cortan la respiración del espectador. Tengo más recuerdos de verlo en televisión, en las Ventas, que en la plaza.
A mi Esplá es un torero que me cae genial. Evidentemente no ha sido una figura del toreo ni quedará para la posteridad por sus condiciones artísticas, pero sí como torero inteligente (aunque algunos digan listo), que ha intentado escenificar en la plaza la liturgia del Toreo. Ver a Esplá siempre es entretenido, aunque no esté bien, entendiendo por estar bien hacer faena de muleta y cortar orejas. Sabe mucho de las condiciones de los toros, de los terrenos y de las querencias, y lo aprovecha perfectamente. Mantiene vivos determinados ritos del pasado y pone banderillas con criterio y conocimieto de la suerte y de los terrenos.
Hay quien lo acusa de ventajista, pero a mi me parece que aprovechar los conocimientos del toro y los terrenos es una virtud a poner en práctica y que no debe ser objeto de crítica. Además un torero con más de 30 años de alternativa, merece un respeto.
Por otra parte, es un hombre sensato que ha intentado, siempre que ha hablado, poner la Fiesta en valor, ponderando sus virtudes y defectos, especialmente le recuerdo así en una entrevista de Jesús Quintero. A resultas de su vuelta a los ruedos tras la gravísima cogida de Francia del 2007, ABC recogía una frase suya que decía que él no era de esos toreros que cuando tiene una cornada salpican de sangre a toda España, en referencia a los toreros mediáticos.
En respuesta a nuestro lector comentarista, es evidente que Esplá no es el que inventó esto, pero hay que reconocerle que es uno de los poquísimos que quedan de la vieja escuela y de los que conocen los secretos de la lidia. Yo, sinceramente, espero que esta última temporada le vaya muy bien, y no estaría mal que fuera incluido en el abono sevillano. Porque después lo echaremos de menos.