El domingo hacíamos tiempo en el Hotel Santa María antes de la corrida, hablando de toros con un grupo de aficionados. Entre ellos se encontraba mi amigo y sempiterno abonado de la azotea de toril de El Puerto, Juan Luis Villanueva. Comentaba que la empresa Serolo había echado a la gente de la plaza este año. El abono tiene 15 festejos, sólo 6 de ellos corridas de toros, 2 de rejones y 7 novilladas, 5 de ellas sin caballos, y a precios de antes de la crisis. Definitivamente el aficionado ha huido de la plaza y así, es difícil que vuelva. Como muestra un botón: el domingo 15, Jesuli de Torrecera, Alejandro Morilla y Antonio José Blanco con los Cebadas, a 87 euros el tendido. Con todos mis respetos para estos profesionales que se van a jugar la vida, habrá que ser muy aficionados para dejar la playa y rascarse el bolsillo.
Estábamos viendo entradas paupérrimas hasta que llegó Morante. La sombra llena y el sol a tres cuartos fue la respuesta al tirón que tiene hoy este torero. El día anterior con El Cid, un Manzanares en figura y Perera, habría un tercio de la entrada del día siguiente. Menos de un tercio de entrada con las figuras, un sábado de agosto, es para pensar qué ha hecho mal la empresa Serolo.
Con José Tomás en el dique seco, creo que Morante es el único torero que hace viajar a sus partidarios. Vimos muchísimos abonados de Sevilla: Manuel Grosso, nuestra presidente Anabel Moreno, nuestro empresario Ramón Valencia, mi tío Santiago Herero con sus hijos que habían venido desde La Antilla, amigos que venían desde Algeciras, Badajoz, San Sebastián, o un considerable número de vecinos de mi tendido 2 de Sevilla, entre ellos Guillermo Sierra.
¿Por qué este tirón? Porque Morante torea como nadie es capaz de hacerlo. Torea con verdad, pudiéndoles a los toros y con esa personalidad que es capaz de levantarnos de los asientos con un pase. Además como estuvo tan bien, el próximo día 21 volveremos a vernos las caras otra vez en El Puerto y entonces sí que le habrá salvado la temporada a la empresa Serolo.
Otra cosa es el penoso espectáculo del “baile de corrales”. Con los toros anunciados devueltos, los toreros amenazando con no torear, con comunicados del presidente y de los toreros, en fin, el numerito de la picaresca. No sé de quién habrá sido la culpa esta vez, aunque me lo puedo imaginar. Con estos apoderados que sólo piensan en su corto plazo y no le tienen el debido respeto a un público que viaja y paga carísimas entradas para ver un espectáculo sin descafeinar, los partidarios de la autorregulación siguen dando sobradas muestras de que no se puede contar con ellos para arreglar los problemas que tienen hoy los Toros.