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Sangre de plata

Todas las temporadas, los que pisan el ruedo con el toro vivo, saben que, en algún momento, tendrán que pagar con su sangre el tributo del espectáculo del Toro bravo.

Los profesionales lo asumen como parte del oficio que han escogido y los aficionados somos conscientes de la suerte de quedarnos sólo en eso, en aficionados, nosotros no tenemos que arriesgar la vida. Las cornadas son necesarias para tomar consciencia de la grandeza de este espectáculo en el que se juega con la vida de verdad.

Se ve una desproporción entre el tiempo que toreros y banderilleros están delante del toro y el número de cornadas entre unos y otros. En esto creo que los banderilleros pierden. Es llamativo el número de banderilleros que caen heridos, y de gravedad, cada año. La escalofriante cogida de Luis Mariscal en Sevilla el pasado día 15 me lo ha hecho recordar. Desde aquí mis mejores deseos de pronta y completa recuperación. Los que llevamos ya muchos años de abonados en Sevilla hemos tenido que ver, desgraciadamente, dos muertes de banderilleros en la arena y muchas cornadas graves poniendo banderillas. Recuerdo una a Finito de Triana y otra a “Paquirri” que al intentar poner un par al quiebro en los medios, el toro le pegó una cornada en cada ingle antes de tirarlo al suelo. Es evidente que poner banderillas bien, cuadrando en la cara y asomándose al balcón, es una suerte de mucho riesgo.

Hoy el periodista Fernando Carrasco, publica en ABC de Sevilla un documentado artículo sobre diversas cornadas graves que se han producido en lo que llevamos de temporada, y llama la atención el elevado número de banderilleros con heridas graves. Además del mencionado Mariscal, las de “El Gary” y “El Goy” que hemos tenido que ver en El Puerto o la de Alejandro Escobar en Málaga, por ejemplo.

No sé qué pensarán ustedes, pero últimamente estamos viendo a los toreros de plata saludar tras parear con más asiduidad que antes. Esto es porque intentan el lucimiento, hacer bien las cosas, no sólo salir del paso, y eso tiene un riesgo que, a veces, hay que pagarlo. La grandeza del Toro.

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5 respuestas a «Sangre de plata»

Aún recuerdo lo que me impactó un par de banderillas la primera vez que fui a una plaza. En realidad, no tengo más recuerdos intensos de ese día. La corrida fue muy floja, según me explicó la persona que me llevó, porque yo entonces no sabía mucho de esto. Pero aquel banderillero arriesgando al clavar y cayendo en la cara del toro al salir del par, el capote que lo salvó, su expresión mirando al tendido, la posibilidad de una herida… todo eso se me grabó y me hizo repetir. Hasta ahora. En mi caso, fue un torero de plata el que me hizo aficionado.

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