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Partes facultativos

Las cornadas son tributos que tienen que pagar los profesionales por ser héroes y no personas corrientes como nosotros, los aficionados. Si no existiera un riesgo cierto, real y cotidiano, esto del Toro no tendría sentido. Siempre que se produce un percance, sobre todo si es grave, recordamos el peligro de la Fiesta, lo sentimos profundamente y deseamos un pronto restablecimiento para el damnificado. Pero tenemos que darnos cuenta de que estos percances tienen que producirse, necesariamente, para que recordemos que este es el único espectáculo en el que el artista se juega la vida, conscientemente, y que está demostrado que puede llegar a perderla.

Los aficionados estamos acostumbrados a leer los partes facultativos con la neutralidad que da lo cotidiano. No sé ustedes, pero tengo la percepción de que esta temporada está resultando especialmente dura en el capitulo de cornadas. Empezando por la gravísima de José Tomás en Aguascalientes, de la que aun no se ha repuesto, con un punto y seguido con la espeluznante de Julio Aparicio en Las Ventas, por la también ha tenido que cortar finalmente la temporada, y que ha tenido su copia con la de Sergio Aguilar en Bilbao, y contando con la gravísima de Luis Mariscal en La Maestranza y la no menos dramática de Arturo Macías en El Puerto, y tantas y tantas otras.

Hace poco escribimos un comentario sobre las cogidas de los banderilleros, pero es que a los matadores también les están dando fuerte y a menudo esta temporada. Además, tenemos las temidas lesiones óseas: Manzanares operado de hernia discal tras la Feria de Abril, Cayetano con la clavícula rota, y ahora Perera que ha tenido que cortar la temporada por la rotura de una vértebra, con la que ha toreado varias tardes, hasta que no ha podido más. Además se le descubre un peligroso aplastamiento con el que ponía en serio peligro la médula espinal. López Chaves, etc.

A no ser que nos desmienta el amigo Juan Medina con los estudios estadísticos de su blog, y al que desde aquí pedimos una estadística de percances, creo que debemos de estar en una de las temporadas con más incidentes de los últimos años.

Nuestros mejores deseos de pronto restablecimiento para todos los heridos.

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Sangre de plata

Todas las temporadas, los que pisan el ruedo con el toro vivo, saben que, en algún momento, tendrán que pagar con su sangre el tributo del espectáculo del Toro bravo.

Los profesionales lo asumen como parte del oficio que han escogido y los aficionados somos conscientes de la suerte de quedarnos sólo en eso, en aficionados, nosotros no tenemos que arriesgar la vida. Las cornadas son necesarias para tomar consciencia de la grandeza de este espectáculo en el que se juega con la vida de verdad.

Se ve una desproporción entre el tiempo que toreros y banderilleros están delante del toro y el número de cornadas entre unos y otros. En esto creo que los banderilleros pierden. Es llamativo el número de banderilleros que caen heridos, y de gravedad, cada año. La escalofriante cogida de Luis Mariscal en Sevilla el pasado día 15 me lo ha hecho recordar. Desde aquí mis mejores deseos de pronta y completa recuperación. Los que llevamos ya muchos años de abonados en Sevilla hemos tenido que ver, desgraciadamente, dos muertes de banderilleros en la arena y muchas cornadas graves poniendo banderillas. Recuerdo una a Finito de Triana y otra a “Paquirri” que al intentar poner un par al quiebro en los medios, el toro le pegó una cornada en cada ingle antes de tirarlo al suelo. Es evidente que poner banderillas bien, cuadrando en la cara y asomándose al balcón, es una suerte de mucho riesgo.

Hoy el periodista Fernando Carrasco, publica en ABC de Sevilla un documentado artículo sobre diversas cornadas graves que se han producido en lo que llevamos de temporada, y llama la atención el elevado número de banderilleros con heridas graves. Además del mencionado Mariscal, las de “El Gary” y “El Goy” que hemos tenido que ver en El Puerto o la de Alejandro Escobar en Málaga, por ejemplo.

No sé qué pensarán ustedes, pero últimamente estamos viendo a los toreros de plata saludar tras parear con más asiduidad que antes. Esto es porque intentan el lucimiento, hacer bien las cosas, no sólo salir del paso, y eso tiene un riesgo que, a veces, hay que pagarlo. La grandeza del Toro.