Creo que una de las cosas que más nos gusta a los aficionados, después de asistir a las corridas, es hablar de toros. Pasa con esto como con las conquistas, que si no se cuentan, pierden la gracia.
Poder contar nuestras opiniones sobre tal o cual toro, cómo hubiéramos planteado la faena, sobre tal o cual torero y sus aptitudes, defectos y virtudes, o sobre cualquier otro hecho relacionado con la lidia es una gozada y, si además te escuchan, mejor. En esto, además de las charlas de café, que mi esquinita del Tendido 2 tiene establecidas en la Cervecería Internacional, cumplen un papel fundamental las tertulias taurinas.
He asistido a varias y puedo decir que me encontrado sólo a aficionados cabales, cada uno con su opinión, eso sí, que no siempre coincidía con la mía, pero con un denominador común de su afición a los Toros y la defensa de la Fiesta.
Cuento esto porque ayer asistí invitado a la tertulia taurina del Casino Los Cuarenta, de solera en Sevilla por su antigüedad y por sus contertulios. Este casino, cuyo presidente es D. Ignacio Sánchez de Ibargüen, logró que asistiera como invitado el empresario D. Eduardo Canorea, cosa rara, porque saben ustedes que el empresario de la Maestranza rara vez asiste a actos públicos, donde aunque escasos, siempre se hace notar. Allí se estuvo hablando de toros y de toreros por aficionados y D. Eduardo no rehuyó ninguna de las preguntas que le efectuaron, contando diversos entresijos de las contrataciones de ganaderías y toreros forma muy didáctica. También se habló del abono y del abonado, de los precios y de las condiciones. Ya digo, no se rehuyó ninguna cuestión. Es una pena que el empresario no se prodigue más en estos actos porque de saber sus explicaciones, seguro que la empresa sería menos criticada, pero comprendo que muchas de estas cuestiones no se puedan airear.
También quiero agradecer al amigo D. Miguel Valdivia, secretario del casino, la invitación.