La noticia de la muerte en accidente de automóvil del ganadero D. Juan Pedro Domecq, nos ha conmovido como todas las noticias de muertes inesperadas. Un fiel comentarista nos pide un artículo a modo de homenaje y, a pesar de que sé que no estoy a la altura, no voy a dejar de hacerlo.
D. Juan Pedro Domecq ha sido un ganadero que no ha dejado indiferente a nadie, querido, admirado o criticado según el punto de vista del interlocutor. Querido y admirado por los profesionales, tanto por sus compañeros ganaderos, a los que representó durante muchos años, como por los toreros. Todos querían la de “juanpedro” en la Feria, era la garantía. D. Juan Pedro fue un ganadero rompedor e innovador. Se ha dicho que fue un teórico de la bravura, pero también que la llevó a la práctica. Es el padre del toro moderno, ese que “embiste sin parar hasta morir”, ese que aguanta 30 pases humillando y hasta el final, ese que ha propiciado tantos y tantos triunfos. Introdujo la tecnología en el mundo del bravo y, actualmente, un grandísimo número de ganaderías llevan sangre “juanpedro”. Como dice el amigo comentarista, ha hecho posible que cualquiera con dinero, comprando un par de sementales y una punta de vacas, sea ganadero reconocido.
Pero un día acuñó una frase que reveló a la afición “El toro artista”. Eso ya no se lo perdonaron. Del toro fiero, con casta y emoción que debe ser dominado antes de crear arte, pasamos al artista que ya se deja mecer la embestida con el capote nada más salir de chiqueros, que nacen para ser toreados antes que dominados. Esto, unido a que en los últimos años su ganadería bajó muchos enteros hasta salir de las ferias de postín, hizo que fuera señalado como uno de los causantes de la actual falta de casta que atraviesa la cabaña brava. Pero no debemos olvidar que lo que esperamos es que Morante nos vuelva locos con el capote llevando al toro hasta los medios, y eso, desgraciadamente, sólo se puede conseguir con el toro moderno.
Aunar el compás, la duración, la fijeza y el motor que se le exige al toro moderno para que triunfen los matadores, con la casta, la acometividad y la emoción, es algo muy difícil. Ya hemos dicho aquí por activa y por pasiva que ser ganadero de bravo es misión casi imposible. Así que a D. Juan Pedro Domecq, lo suyo, todos sus méritos que son muchos y grandes.
Desde aquí nuestro más sincero pésame para su familia, sus amigos, sus allegados y, en general, para todo el mundo del toro que tanto le debe.