El encierro de esta mañana ha sido trágico por el fallecimiento de un corredor corneado en el cuello en el tramo del Ayuntamiento. Escribo estas líneas nada más saberlo y con la emoción del momento. La Fiesta del toro bravo, en todas sus vertientes, es así de auténtica.
Ese toro «colorao» de Jandilla salió de los corrales con cara de haber dormido mal, muy agresivo, buscando pelea. Se lo comenté a mi hija y a diferencia de otros días en que los toros meten cara y amagan en los primeros momentos, este iba a dar. Se adelantó a todos y en cuanto pudo arreó contra tres mozos a los que empotró en el vallado y metió riñones. Supongo que ahí se produjo la cornada mortal. Después ya fue por libre, atacando cuando sabía que podía hacer presa contra los vallados, de los que sacó a varios mozos empitonados. El balance 4 heridos por asta de toro y una docena de hospitalizados por traumatismos.
También llama la atención la solidaridad entre corredores. Hoy hemos tenido la ocasión de ver algún quite a cuerpo límpio, y sobre todo uno de mucho mérito cuando un londinense, corneado en el muslo en Estafeta, estaba a merced del «colorao» en el centro de la calle, y cuando varios mozos intentaban el quite sin éxito, otro se jugó la cornada en el pecho agarrando temerariamente al toro de los cuernos, pasándole el esperado gañafón a milimetros.
Ya lo hemos comentado varias veces, esto del toro bravo es auténtico y la muerte aquí es de verdad. En mi anterior post presentaba mis respetos a todos los corredores, cosa que ahora vuelvo a hacer con mucha más razón.