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6 miuras, 6 orejas

Nunca había visto cortar la oreja a cada uno de los seis miuras que se lidiaron en la corrida magallánica de Sanlúcar de Barrameda, ni creo que vuelva a ver en mi vida semejante acontecimiento. Cierto que muchas de ellas vinieron al rebufo de una tarde festiva con demasiada celebración y benevolencia, pero disfrutamos del espectáculo con una plaza con una magnífica entrada, por encimas de los tres cuartos y, además, que nos quiten lo bailado.

Con independencia de la magnífica decoración de la arena y las tablas, lo de las corridas raras como esta magallánica están pasándose un poco de rosca. No sé quién ha documentado las indumentarias de las personas que corrían toros en esos tiempos, pero las vestimentas de los intervinientes, son, en muchos casos inadecuadas, rozando el ridículo. Banderilleros en mangas de camisa, picadores con baberos vestidos de primera comunión, matadores subiéndose las mangas por incómodas. Y algunos hilarantes comentarios de los espectadores, como a un banderillero que iba con plumas en el gorro que hacía de montera, “llama al del pavo real”, tuvo que escuchar. Sólo la aguacililla que habría plaza con armadura, pica y espada al cinto, mantenía el tipo. Entiendo que se quieran dar festejos “especiales”, pero quitando la consolidada goyesca de Ronda, todas las demás goyescas, y las magallánicas, picassianas y pinzonianas deberían volver a la corrida clásica.

Los miuras que salían al pequeño ruedo de Sanlúcar se comían la plaza, bien presentados, con comportamiento peculiar, barbeando las bajas tablas, mirando a los tendidos, un espectáculo. Su comportamiento, en general fue tan problemático como se podía esperar. Mucho mérito el de todos los profesionales. También hicieron buena pelea en varas, donde los matadores los dejaron largos, a veces muy largos, para poder dirimir el premio al mejor puyazo. Eso que disfrutamos. Es curioso que dadas las dimensiones del ruedo y lo grande e inquieto de los miuras, Chacón mandó meterse al picador que hacía puerta en el primero y ya se lidiaron rodos los demás con un solo picador en la arena.

El primer Miura fue pronto y alegre, Chacón le compuso una faena seria y profesional a base de derechazos, pero cuando se confió al final con unas manoletinas, en las que el toro le avisó en las dos primeras de que no le gustaban, le echó mano de fea forma. Se repuso el matador, pinchazo, estocada y muerte de bravo después de esperar dos avisos. Primera oreja. Se metió el torero en la enfermería y salió para lidiar el suave y noblón cuarto, aunque suene casi a insulto a un miura. Estocada algo tendida y atravesada y descabellos y su segunda oreja.

Según leímos, Escribano venía con una huesesillo roto de una paliza precisamente de un miura el día anterior, pero no se quiso perder la corrida. Toreó con una proyección en la mano, que le impidió banderillear. El segundo miura salió tan derrengado que un vecino dijo que tenía “ruma”, que supongo que es un grado más que el reuma. Muy protestado, el presidente lo mantuvo en el ruego, y el toro aguantó la faena a media altura de Escribano sin caerse, y le cortó la oreja. El quinto fue complicado de lidiar y peligroso. La conformación de la cuerna no era la de esta ganadería, pero el comportamiento sí. El matador, experto en estos toros le compuso una larga y meritoria faena. Pinchazo, estocada, aviso y su segunda oreja.

A David Galván le correspondió el lote más en miura, esto es, más complicado. Muy animoso y voluntarioso el torero, le cortó la oreja a su primero después de una buena estocada. El último fue complicado hasta para banderillear, pasando un mal rato el del pavo real, y no se dejó dar coba por ninguno de los dos pitones. Meritorio el trasteo de Galván. Pinchazo, media, descabellos, aviso y oreja para completar el pleno de trofeos, después de casi tres horas de festejo. Al final todos a hombros y todos contentos.

@isanchezmejias

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Abono Sevilla 2019

Miura y sanseacabó

La corrida de Miura cierra tradicionalmente la Feria de Sevilla, y los aficionados no lo entenderíamos otra forma. En un año del chantaje del G5 se trasladó al Domingo de Resurrección, ante la ausencia de otros alicientes para el cartel estrella de la temporada, pero volvió a su sitio al año siguiente. Desde que tenemos el formato de feria de “sábado a sábado”, el tradicional domingo de Miura ha perdido su sabor, en el sentido de que cuando era domingo de feria, venían muchas personas de las localidades limítrofes a echar la mañana en la feria y la tarde de miuras. A pesar de ello, mantiene el caché y la entrada no ha sido mala. Lo que ha sido mala ha sido la corrida. No sé si ha pesado la feria, el calor, los toros o los toreros, pero el caso es que la corrida ha pesado.

Sebastián Castella no había nunca toreado miura, según leemos, y la experiencia no creo que le haya satisfecho. A su primero le pegaron mucho en varas y acabó defendiéndose más de lo debido, ante una labor pulcra del torero. El quinto era un impresionante cinqueño, de 670 kg. y de nombre “Ratón” (vaya por Dios), que no rompió a embestir, solo topaba.

Octavio Chacón ha estado muy digno toda la tarde, responsabilizado y con ganas de agradar. Con su primero se peleó todo lo que pudo de forma muy profesional. Su segundo aprendió latín en la primera tanda y griego en la segunda. El torero le hizo una faena de mucho mérito, al igual que la estocada.

Pepe Moral se ha llevado el lote más “toreable” siendo esto casi un insulto para los miuras. Su primero se dejaba por ambos pitones, pero lo vimos poco por al natural, lo fuerte de este torero. Podemos decir que el torero no se acopló. El sexto un precioso “colorao”, fue devuelto por inválido y el bis tenía, en mi humilde opinión, más faena que la que vimos.

Dos reflexiones finales. Una para la ganadería. Los defensores de los miuras, y yo me encuentro entre ellos, esperamos un toro distinto, con poder y listos, lo que siempre fueron. No queremos un toro “normal”.

Otra para los tendidos impares de sol, que parece que se sienten en la obligación de aplaudir a todos los picadores cuando se retiran, cosa que venimos observando toda la feria. A veces aplauden por no haber picado, otras por haber picado mal a un toro que se arrancó de lejos y otras, como hoy a picadores que han rectificado. Antes el 8 era el tendido de los picadores, pero desde que se retiran por el callejón los aplausos son casi generalizados.

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Toros en El Puerto

El pasado sábado, animado por mi amigo y vecino de abono de Sevilla Juan Luis, asistí a la corrida de Cebada Gago en El Puerto de Santa María.

La primera impresión que me llevé fue la pobre asistencia de público. El cartel no es que fuera muy atractivo, los cebadas los mataban Antonio Barrera, Octavio Chacón y Álvaro Ortega, pero en años anteriores esta plaza tenía un abono numeroso.  Realmente esta plaza estaba medio muerta hasta que D. Diodoro Canorea ideó el abono de verano al 50% de los precios de taquilla. Recuerdo que ese primer año tenía 8 festejos, uno de ellos a plaza partida (corrida de toros y novillada, a la misma vez, como diría mi actual presidente) y por el equivalente a unos actuales 50 euros podías ver los 8 festejos en primera fila de balconcillo de segundo piso, cosa que hicimos parte de la peña.

Después la cosa se fue consolidando, abonándose pandillas enteras de jóvenes que daban a la plaza un ambiente increíble. Fueron pasando empresarios, manteniendo, más o menos, el nivel. El año pasado se salvó por la presencia de José Tomás, pero este año creo que se han equivocado en parte del planteamiento. Demasiados festejos con poco interés y mínimos descuentos. La crisis tampoco ayuda.

Mi amigo mantiene los abonos en el banconcillo de toriles, donde los hemos compartido algún año. En este sitio los toros de salida dan poco miedo porque lo primero que les ves es la culata, y, aunque sean cebadas, y bien presentados como los del sábado, impresionan menos. Este hierro era de  mis preferidos años atrás, pero, supongo que a fuerza de quererles quitar cierta acometividad, se ha venido un poco abajo. Mantiene la seriedad de pitones (hacía tiempo que no se veía en El Puerto una corrida tan seria), pero los toros mansean y se rajan pronto.

Los matadores estuvieron siempre queriendo. Barrera cortó una oreja a un buen primer toro que iba largo y con transmisión. Por cierto, que contaban que este torero tuvo un altercado serio a la entrada con un portero  (llegaron a las manos) porque no traía entradas para todos sus acompañantes y aquel no les dejaba pasar; el altercado también se repitió a la salida. Un torero, vestido de tal, no puede rebajarse al nivel de un civil.

Los demás toreros tuvieron menos material, pero también es cierto que tampoco supieron aprovecharlo. El último toro, además de dar un vuelta de campana en el primer tercio, también la dio en la faena de muleta, señal de que humillaba y tenía poder. Casi todos vendieron cara su muerte. También vimos algo insólito, ya que un puntillero, tercero de Ortega, incapaz de atronar al toro, tuvo que ser sustituido por otro tercero, después de la indignación general tras innumerables intentos. El aludido salió sin coleta al final del festejo.

Esta plaza de toros es mi segunda plaza y me gustaría verla con más público.