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Morante y Manzanares llenan El Puerto

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El día estaba bien organizado. Playa por la mañana y posterior reunión para degustar los vinos del Marco, convocados por el amigo Claudio en la “sacristía” de su padre Emilio. Oloroso, Palocortao y Amotillao, para terminar con una precisa mezcla de Pedro Ximénez y Oloroso de los que sólo se pueden apreciar después de haber caído varias botellas en agradable tertulia taurina.

Por la tarde corrida de toros de expectación. Después de los triunfos en los días anteriores de Morante en Huelva y Pontevedra, los pocos indecisos se convencieron y la plaza rozó el lleno, y esto, para los tiempos que corren y el aforo de esta plaza, es una magnífica noticia de la que nos alegramos.

Desgraciadamente la cosa no salió como esperábamos por culpa de los toros de Juan Pedro Domecq. Los tres que le correspondieron a Morante, nada. El primero parado como una estatua, el segundo “enterao” y el tercero mas triste que los que no vieron a Morante en Córdoba. Eso sí, el torero queriendo siempre e intentando lo imposible. Menos mal que el segundo de Manzanares nos ofreció tres verónicas y media de las que ustedes se pueden imaginar. Con eso tuvimos que conformarnos.

Manzanares cumbre. Mucho mejor que a principios de temporada. Queriendo y pudiendo siempre y toreando incluso al que no quería embestir. Le dio a cada toro la lidia que requería y estuvo muy seguro toda la tarde de la que salió triunfador. La corrida muy desigual, con algún toro muy chico y poco ofensivo, el presidente correcto y el público muy parlanchín. Apenas se hacía el silencio ya estaba alguien chillando algo al torero, hasta Morante se desesperó de tanto mensaje gritado.

@isanchezmejias