Categorías
Artículos

Exposición «Al Toro»

Los amigos del Círculo Taurino Puerta Carmona me pidieron un colaboración para el catálogo de la exposición de pintura taurina, «Al Toro» que se puede ver en el «Espacio Sacáis», en la Plaza de la Alianza de Sevilla hasta el 22 de octubre. La exposición es a beneficio de la Residencia de San Juan de Dios en Sevilla.

Me pidieron que escribiera algo sobre Morante y las suertes antiguas, y me salió esto:

Morante y las suertes antiguas

José Antonio Morante es un estudioso de la historia del Toreo, sobre todo de la Edad de Oro del mismo, y más desde que disponemos de los videos de esa época. Por lo que hemos podido saber, el maestro lee lo que cae en sus manos sobre el toreo antiguo y le gusta estudiar las fotos y videos que le facilitan. Recuerdo que cuando le llevamos el libro “Plaza de Toros Monumental de Sevilla, la dignidad de un proyecto”, de los hermanos Fidel y Julio Carrasco y Carmen del Castillo, atendió nuestros comentarios con evidente interés, y tanto le gustó que aceptó la invitación para estar en la mesa de presentación del mismo en el Ateneo de Sevilla, que fue el día del centenario de la inauguración de esa plaza de toros. En el acto sorprendió a los asistentes, entre otras cosas, con una lección magistral de la percepción de los toros desde los tendidos. Disertó acerca de que Gallito era el gran maestro de la lidia completa, que necesitaba un espacio grande para poner en práctica su sabiduría sobre los terrenos y las querencias, sin embargo, Belmonte necesitaba un recinto pequeño porque era un torero más de cercanías que de lidia.

El segundo libro de estos autores “Dos temporadas y media, el triunfo de Joselito”, que, como su nombre indica, versa sobre los éxitos de Joselito en el tiempo en la que la plaza de toros Monumental de Sevilla estuvo operativa, se lo llevé al maestro con idea de presentárselo brevemente para que lo pudiera leer más tarde, pero estuvimos toda la tarde con el libro. Pasó hoja por hoja interesándose por todos los pormenores, fotos, carteles y crónicas del mismo, lo que demostraba su fascinación por todo lo referente a Gallito.

Esta atracción y el conocimiento adquirido de las suertes, lances y pases realizados al toro de entonces, los ha trasladado Morante al toreo actual, supongo que después de un arduo entrenamiento en tentaderos, lo que nos ha permitido a los aficionados conocer el torero de entonces reinterpretado. Por ejemplo, el toreo a la verónica de manos altas, del que algunos compañeros, menos versados en la historia, le preguntan que qué es eso. También ha asimilado de Gallito, entre otros, algunos pases por alto de poco recorrido antes de matar, o el comienzo de faena con una mano agarrada a la barrera. Igualmente, le hemos visto vestirse con trajes inspirados en los de Gallito, y la montera que utiliza es diferencial de las actuales.

Pero si hay una suerte por la que le estaré eternamente agradecido a Morante de la Puebla es por haber rescatado el quite del Galleo del Bu. Se lo habíamos visto hacer en los videos de algún tentadero y al preguntarle que si era trasladable a la plaza dijo, con humildad, que era difícil, que tenía que salir un toro con el tranco adecuado y, más que nada, que él tuviera piernas ese día para hacerlo. Afortunadamente fuimos de los privilegiados que se lo vimos hacer en La Maestranza el 10 de mayo de 2019. Una suerte que sólo conocíamos por los videos antiguos y que pudimos disfrutar gracias a él. Eso ya nos pagó el abono de toda la temporada.

Nos sorprendió nuevamente en la Feria de San Miguel de 2021, cuando nos regaló unos cambios de rodillas con el capote recogido y dados por bajo, de los que habíamos visto fotos del gran Rafael El Gallo, y ejecutados por Morante con la tranquilidad del que toma café en su casa, que ya merecían sacarlo a hombros sólo por esto. Para nuestra alegría ha ido practicando suertes antiguas de otros maestros históricos, como el toreo con el capote recogido en el brazo de Reverte, los comienzos sentados en el estribo de Sánchez Mejías, el “cartucho pescao” de Pepe Luis Vázquez, el toreo de frente de su hermano, el “Litrazo”, o el recibo por faroles que le hizo al toro al que le cortó el rabo en Sevilla este año, por citar las más espectaculares.

Con independencia de que es un torero único, con una personalidad inimitable, y una forma de torear asombrosa, y que se pasa el toro más cerca que nadie, tenemos que agradecerle el que haya resucitado muchas suertes antiguas que no pensábamos que íbamos a poder ver en la vida. Así que por todo ello, gracias Morante.

Ignacio Sánchez-Mejías Herrero

Septiembre de 2023

isanchezmejias

Categorías
Artículos

García Lorca, toreando las estrellas

El Capítulo de Granada de la Fundación del Toro de Lidia me pidió una colaboración para el homenaje que estaban preparando en memoria de Federico García Lorca, y me salió esto:

Hace algunos años se pusieron en contacto conmigo desde Radio Televisión Española porque querían hacer un documental sobre la relación de García Lorca con el mundo del toro. Les contesté que la relación de García Lorca y el toro era Ignacio Sánchez Mejías. Así lo entendieron y montaron el documental “García Lorca, toreando las estrellas”, que pueden ustedes disfrutar en las plataformas de RTVA a la carta, y si ponen ustedes el título en cualquier buscador les saldrá el enlace directamente.

El documental se montó a sobre un tentadero y alguna escena de campo pero, sobre todo, de entrevistas que versaban más sobre Ignacio y sobre el toreo que sobre García Lorca, y todos leíamos una parte del Llanto por la muerte de Ignacio Sánchez Mejías de Federico.

Por lo que hemos leído, a García Lorca le fascinaban los toros como espectáculo, el colorido, la música, la puesta en escena y el público. Sus actores les parecían héroes que se enfrentaban a la muerte a cara descubierta y sin apenas ayuda. Pero tenemos que reconocer que Federico, a pesar de su estrecha relación con Ignacio, nunca llegó a aficionarse a la fiesta como lo hicieron otros poetas de la Generación del 27, como Bergamín o Alberti, a quien Sánchez Mejías obligó a hacer el paseíllo como su subalterno en la Plaza de toros de Pontevedra.

Sin embargo el interés de García Lorca por el toro fue tal que siendo profesor de la Universidad de Columbia en Nueva York en 1929, llevó a Ignacio a dar una conferencia sobre tauromaquia a sus alumnos americanos. Se pueden imaginar ustedes, en 1929, con los medios de comunicación de entonces, qué podría saber un universitario americano sobre tauromaquia. Si están ustedes interesados en esta conferencia hay varios libros sobre ella, uno editado por la Universidad de Sevilla. Cuentan que Ignacio accedió a darla en agradecimiento por el libreto que García Lorca estaba haciendo para el espectáculo “Las Calles de Cádiz” que el torero montaba para la artista “La Argentinita”.

De la pasión, que no afición, de García Lorca por el mundo del toro ha quedado constancia en muchos de sus escritos, pero destaco dos frases que los aficionados ponemos de ejemplo de la hermandad entre la Cultura y el Toro. “El toreo es, probablemente, la riqueza poética y vital mayor de España”. “Creo que la fiesta de los toros es la más culta que hay hoy en el mundo”.

El Capítulo de Granada de la Fundación del Toro de Lidia editó un cuaderno con todas las colaboraciones

@isanchezmejias

Categorías
Artículos

La Feria de Sevilla

Los amigos del Club Taurino de Pamplona me volvieron a pedir que les escribiera algo de Sevilla para su revista anual, que iban a sacar aunque este 2020 no hubiera sanfermines, lo cual tiene mucho mérito. Esto fue lo que me salió

La Feria de Sevilla

Cada plaza de toros tiene su particular forma de presenciar y participar en los festejos, su idiosincrasia, que dirían los que saben. La Maestranza de Sevilla y la Monumental de Pamplona serían dos ejemplos claros de plazas con su particular forma de participar en los festejos.

En el pasado, el abono de Sevilla estaba compuesto por aficionados y profesionales que tenían un criterio bien fundado. Cuando yo era joven, si mirabas a los tendidos de Sevilla, te encontrabas con gran cantidad de profesionales y antiguos profesionales, ganaderos, matadores, subalternos, apoderados, veedores, y mucha gente de campo. Otra característica de la plaza es que la sombra estaba entera abonada y gran parte del sol también. Esto hacia un público regular, entendido y homogéneo. Un conocido crítico taurino, decía que donde más trabajo le costaba escribir era en Sevilla, porque mientras en otras plazas los asistentes leían al día siguiente la crónica de la corrida para enterarse de lo que habían visto, en Sevilla la leían para saber si el periodista se había enterado de lo que había visto. Cuestión de firmeza de criterio.

Desgraciadamente esto ha cambiado, y mucho, en los últimos tiempos. De los más de 8.000 abonados, hemos pasado a menos de 2.000, dicho esto con todas las reservas porque no se publican datos por parte de la empresa. Esto, unido a la pérdida de aficionados con criterio y a la irrupción en la plaza de un público poco entendido y mayoritariamente triunfalista, que va sólo a pasarlo bien, y a que se corten muchas orejas para poder contarlo después, ha hecho que la Maestranza de Sevilla, haya perdido el norte de antaño, y ahora sea una plaza como otra más, sin criterio definido, y absolutamente irregular, en función del público que asista. El haber otorgado tres indultos en las últimas nueve ferias, da idea del actual triunfalismo y de la pérdida de identidad de la plaza.

La empresa organiza los carteles en función del nuevo público que va a la plaza. Ha declarado perdida la batalla de un abonado que no va a volver. Y no va a volver porque antes se necesitaba ser abonado para entrar a la plaza, porque se vendían pocas entradas sueltas y estas eran caras de reventa o de sol. Y ahora puede pedir entradas sueltas para los cinco o seis festejos que le interesan y las tiene. Conclusión, organiza los carteles previendo cinco o seis llenos de no hay billetes, y con eso salva la temporada. Como el público actual quiere ver sólo a las figuras que conoce, y que estas corten muchas orejas, se organiza la Feria para ellos. Sin ellos el público no va. Conclusión, la Feria se organiza para la figura, el cliente actual es la figura, el cliente que cobra, mientras el público se dedica a pagar y a sacar el pañuelo. Y la figura, para que se contrate, quiere su toro e ir arropada por otras figuras, porque sola no llena. Y el público quiere figuras, no toros.

Los carteles de Sevilla de este fallido 2020 son clara muestra de ello. Que en 15 corridas de toros programadas haya cuatro hierros que hacen doblete, es, además de una aberración, una clara muestra de que mandan las figuran, que han exigido sus toros, y como había más figuras que toros, han tenido que repetir a Garcigrande, Victoriano del Rio, Juan Pedro Domecq y Núñez del Cuvillo. No es que ya quieran el mono encaste, es que vamos camino de la mono ganadería. Y después todos muy arropados entre ellos, carteles rematados, como gustan por aquí. Todas las figuras acompañándose las unas a las otras.

Categorías
Artículos

José Gómez Ortega, una versión familiar

La versión familiar que tenemos de José Gómez Ortega viene aportada, fundamentalmente, por mi prima María Dolores Sánchez-Mejías, nieta por línea paterna de Ignacio Sánchez Mejías. Como es sabido Ignacio estaba casado con la hermana de José, Dolores, la abuela Mami para toda la familia. María Dolores vivió toda su vida con la abuela Mami, que afortunadamente fue muy longeva, y con su genial hermano Rafael El Gallo. Ella es la fuente en la que confiamos para escribir estas palabras acerca de José.

Los Ortega fueron una familia numerosa, no de seis, sino de siete hermanos. Los tres menores eran Rita, Dolores y José. Desgraciadamente Rita murió con año y medio, quedando descolgados y más unidos los dos últimos. Está unión se expresó de distinta forma en vida de José, por ejemplo, la debilidad por su primer sobrino José Ignacio, y a su muerte José la dejó mejorada en la herencia respecto de sus hermanos. Mami la única foto que tuvo siempre sobre su mesilla de noche fue la de su hermano, ni la de su marido ni la de sus hijos.

La familia Ortega fue más pobre de lo que se ha escrito. A la muerte del padre, volvieron a mudarse a Sevilla desde Gelves, y tuvieron que vivir tan estrechamente que llegaron a dormir los seis hermanos en el mismo colchón. Ya con Rafael El Gallo toreando y, sobre todo, con la irrupción de Joselito, que empezó a ganar dinero desde muy joven, las cosas cambiaron. José tuvo siempre debilidad por la familia, siempre cuidó de todos los hermanos y tenía adoración por su madre. En la casa compartida de Sevilla, la administración se la iban turnando Rafael y José. Contaba Mami que durante el mes del genial Rafael todo era improvisación, mientras que en el mes de José, todo era orden, con las alacenas bien surtidas y las comidas a sus horas.

Lo que sí nos ha llamado la atención a la familia, es la insistente argumentación pública sobre la taciturna forma de ser de José, y su estado de frustración que algunos incluso tildan de depresivo. Para nosotros todas estas afirmaciones no tienen base real, no están contrastadas y carecen de sentido. La abuela Mami y el tío Rafael comentaban todo lo contrario. Además de lo inteligente que fue dentro y fuera de los ruedos, decían cosas de José que bien pudieran desmentir la idea que se tiene de él de que era un torero casi asceta, dedicado exclusivamente al toro. José era una persona divertida, le encantaban los deportes y la caza, y también tenía debilidad por las mujeres, frecuentando fiestas y saraos. De las crónicas y escritos de su estancia en El Perú en su último año, podemos leer las fiestas y eventos a los asistió, siempre risueño. Mami lo recordaba alegre y jovial. Los supuestos problemas de sus últimos tiempos, como los derivados de la Plaza de Toros Monumental de Sevilla, estaban resueltos (el desgraciado día de su muerte se estaba celebrando una novillada en La Monumental). También se había resuelto lo de su noviazgo con Guadalupe de Pablo Romero, habiéndose acordado el enlace con una serie de duras condiciones. Algunas entrevistas al propio José y algún escrito de Muñoz y Pabón, así parecen indicarlo. No tenía motivos para esas tristezas que leemos por ahí.

Su hermana decía que la única vez que lo vio realmente triste fue cuando la enfermedad y la muerte de su madre. Pero ¿Quién no ha estado triste por la muerte de una madre? Por lo que contaba Mami, al que le afectó muchísimo la muerte de José, fue su marido Ignacio. Siendo como era la personalidad de Ignacio que se enfrentó a todo y a todos, tardaron mucho, y con mucho esfuerzo, en sacarlo de la tristeza por la muerte de su cuñado, maestro y amigo José, que tuvo que presenciar en el ruedo como compañero de cartel.

También afirmamos que es impensable que José no se hablara con su hermano Rafael, como hemos leído en más de una ocasión. Rafael siempre se llevó bien con José y hablaba maravillas de su hermano. Nunca se le oyó decir nada malo de él, nunca, sino todo lo contrario. Una cosa es que José no quisiera torear con él después de organizarle las corridas de despedida, no fueran a pensar que se había querido aprovechar del público, porque tenía mucho amor propio José, y otra muy diferente que no se hablaran. La familia Ortega, además de estar muy unida, se querían muchísimo entre ellos.

En el terreno religioso, José fue muy creyente y practicante, sintiendo especial devoción por la Esperanza Macarena, Fue miembro de su Junta de Gobierno y salió muchos años acompañándola en la “madrugá”. Hace poco, la hermandad recibió la donación de su túnica y zapatillas por parte de los nietos de Ignacio Sánchez Mejías por línea materna, Recasens Sánchez-Mejías, uno de los cuales había procesionado con la misma en años anteriores. La revolución estética de esta hermandad, y por ende, la de toda la Semana Santa sevillana, es en parte debida a Joselito El Gallo, que financió con generosidad todas las geniales ideas que surgían del diseñador Juan Manuel Rodríguez Ojeda. José regaló a su Esperanza esas cinco mariquillas de cristal de roca verde, que son el símbolo de esta universal imagen y que la diferencian de cualquier otra por muy de lejos que la veamos.

Este año 2020, que se cumple el centenario de la muerte de José, la Hermandad, que vistió de riguroso luto a su Esperanza para sus funerales, va a saldar una deuda que Sevilla tenía con Gallito, un torero imperdonablemente olvidado por los sevillanos, y erigirá un precioso monumento junto a la Basílica. Por ello que le damos las gracias de todo corazón por esta iniciativa.

Categorías
Artículos

Joselito El Gallo, un genio dentro y fuera de los ruedos

Me pidieron un articulo sobre Joselito El Gallo para la Agenda Taurina 2020. Una vez editada, esto es lo que escribí:

Joselito El Gallo, un genio dentro y fuera de los ruedos

La vida de Joselito El Gallo fue sólo el Toro. Si hacemos un balance de su entorno familiar cercano, conoceremos que su padre fue torero, sus dos hermanos toreros. Fernando, que pasa por ser el ideólogo de las suertes y quites de José. El genial Rafael, al que recuerdo de niño sentado en el sillón de su dormitorio de la casa familiar de la calle O´Donnell de Sevilla, siempre impecablemente vestido y con su sombrero de ala ancha fuese la hora que fuese, y del que en casa se contaban infinidad de anécdotas de sus peculiaridades. Pero que es que sus tres hermanas se casaron con toreros: Gabriela con El Cuco, Trinidad con Manuel Martín Vázquez y Dolores con Ignacio Sánchez Mejías. Con este entorno ya se pueden imaginar cual era el universo familiar de José.

Por lo que sabemos, su madre, la “Señá” Gabriela, ejercía de matriarca desde la prematura desaparición de la figura paterna, pero el protector de la familia fue José, que desde muy pequeño empezó a ganar dinero y a sacar a toda la familia de sus necesidades. Sirva de ejemplo que el Cortijo Pino Montano, fue adquirido originalmente por su hermano Rafael, pero debido a su pródiga manera de administrar, lo perdió, recuperándolo para todos, José. En la escritura de compra, figura como tutora la “Señá” Gabriela que lo adquiere en nombre de su hijo José, aun menor de edad para estos negocios.

Fuera de la familia, la vida de José también fue sólo el Toro. He escuchado al profesor D. Andrés Amorós decir que fue el primer torero integral, el primero que le hizo todas las suertes a todos los toros. Fue el primero que intuyó el cambio de tendencia del gusto de los públicos hacía una faena más artística. Una faena que pasara de ser una suerte para dominar a un toro indómito y poder matarlo, a crear el arte de la lidia. Fue el primero que intentó hacer con algo de regularidad el toreo en redondo, que ya habían empezado Lagartijo y El Guerra y que después seguiría Chicuelo y perfeccionaría Manolete. Pero para eso se necesitaba un tipo de toro distinto a la fiera indómita, mansa la mayoría de las veces, y con un genio infernal, que salía regularmente por los chiqueros entonces. Y de ahí viene su revolución fuera de los ruedos.

Durante la Edad de Oro se lleva a cabo la mayor revolución genética que se ha producido nunca en el mundo del Toro. Con Gallito, y por su recomendación, se generalizan los tentaderos, y se establece la genealogía. En muchas ganaderías hasta entonces se soltaban varios sementales a las vacas, de forma que sólo se conocía con certeza quien era la madre. Gallito va abandonando los encastes menos proclives a las nuevas faenas que iban pidiendo los públicos, y fomentando líneas más bravas. Pero como murió tan joven y como tuvo tan poca percha literaria, el que pasa por el inventor del toreo moderno es Juan Belmonte. Si ustedes le preguntan a cualquier aficionado joven que quien revolucionó el torero, le contestarán en gran número de ellos, que fue Belmonte. Estos aficionados se han leído la extraordinaria y maravillosa novela de Chaves Nogales y se la han creído entera, cuando la verdadera biblia para conocer esta historia es la que escribió Paco Aguado, “El Rey de los Toreros, Joselito El Gallo”. Belmonte, al que no quito ninguno de sus méritos, hacía siempre el toreo en ochos, natural y de pecho. Mientras José, que ya he dicho hacía todas las suertes, intentaba, además, hacer el toreo en redondo, siempre que podía.

Pero es que su aportación a la tauromaquia moderna no se quedó en esa histórica revolución genética. Él creó la figura del apoderado tal como ahora la conocemos, porque antes casi era un administrador, y creó la figura del personal de confianza que iba por las ganaderías viendo la evolución del ganado, el actual veedor. En aquellos tiempos se decía que nada se movía en el mundo del Toro, no ya sin que lo supiera José, sino sin que lo hubiera mandado. Pero no contento con todo esto, quiso cambiar la Fiesta desde sus más profundas raíces, las económicas, con la promoción y construcción de las plazas de toros monumentales. Los toros eran entonces, y son ahora, un espectáculo caro, y las entradas inalcanzables para las clases obreras. Recuerden los viejos vídeos del personal empeñando los colchones para pagar su localidad. Para cambiar esta situación tuvo la idea de construir plazas de toros con capacidad para más de 25.000 personas, en aquellas ciudades que lo permitieran, para poder vender entradas mucho más baratas sin que el cargo total en taquilla se viera perjudicado. Todos ganaban, el público menos pudiente que podía asistir a los toros por un precio asequible, los toreros podían seguir cobrando lo mismo, cuando no más, y los empresarios. Como fue un adelantado en todo, con apenas 16 años ya intuyó esta solución y ya empieza a hablar y a fomentar la construcción de las plazas de toros monumentales.

Y en ese sentido, es recomendable la lectura de un reciente libro “Plaza de Toros Monumental de Sevilla, la Dignidad de un Proyecto”, escrito por miembros de un despacho de arquitectos, Julio y Fidel Carrasco y Carmen del Castillo, donde demuestran, frente a lo que nos habían hecho creer como verdad oficial, que la plaza de Toros Monumental de Sevilla estaba perfectamente construida. Con ese proyecto José se tuvo que enfrentar a la alta sociedad sevillana, ya que aforaba el doble de La Maestranza y entraba en competencia directa con la misma. La historia ya la saben, a la muerte de Gallito, la plaza se abandonó y después se demolió. Pero queda el legado de sus otras plazas monumentales. Madrid, gracias a la cual varias generaciones de jóvenes se han hecho aficionados al poder asistir a un espectáculo barato, Pamplona y, la ahora desgraciadamente sin uso, Barcelona.

También le he oído decir al profesor Amorós, que a todos los toreros que le ha preguntado, han contestado que eran de Gallito, mientras que todos los escritores contestaban que de Belmonte. Cuando me preguntan por Gallito cuento algo parecido a esto que dejo escrito, y recomiendo leer más historia y menos novela.

Ignacio Sánchez-Mejías Herrero

El Puerto de Santa María. 2019

Categorías
Artículos

Gallito fuera de los ruedos

Los amigos del Círcula Taurino de Ronda, me pidiereon este verano un artículo sobre Joselito El Gallo para su revista, y me salió esto:

Gallito fuera de los ruedos

Joselito el Gallo fue el primer torero que intuyó el cambio de tendencia del gusto de los públicos hacía una faena más artística. Una faena que pasara de ser una suerte para dominar a un toro indómito y poder matarlo, a crear el arte de la lidia. Fue el primero que intentó hacer con algo de regularidad el toreo en redondo, que ya habían empezado Lagartijo y El Guerra y que después seguiría Chicuelo y perfeccionaría Manolete. Pero para eso se necesitaba un tipo de toro distinto a la fiera indómita, mansa la mayoría de las veces, y con un genio infernal, que salía regularmente por los chiqueros entonces. Y por ahí empieza su revolución fuera de los ruedos.

Durante la Edad de Oro se lleva a cabo la mayor revolución genética que se ha producido nunca en el mundo del Toro. Con Gallito, y por su recomendación, se generalizan los tentaderos, y se establece la genealogía. En muchas ganaderías hasta entonces se soltaban varios sementales a las vacas, de forma que sólo se conocía con certeza quien era la madre. Gallito va abandonando los encastes menos proclives a las nuevas faenas que iban pidiendo los públicos, y fomentando líneas más bravas.

Pero es que su aportación a la tauromaquia moderna no se quedó en esa histórica revolución genética. Él creó la figura del apoderado tal como ahora la conocemos, porque antes casi era un administrador, y creó la figura del personal de confianza que iba por las ganaderías viendo la evolución del ganado, el actual veedor. Pero no contento con todo esto, quiso cambiar la Fiesta desde sus más profundas raíces, las económicas, con la promoción y construcción de las plazas de toros monumentales. Los toros eran entonces, y son ahora, un espectáculo caro, y las entradas inalcanzables para las clases obreras. Recuerden los viejos vídeos del personal empeñando los colchones para pagar su localidad. Para cambiar esta situación tuvo la idea de construir plazas de toros con capacidad para más de 25.000 personas, en aquellas ciudades que lo permitieran, para poder vender entradas mucho más baratas sin que el cargo total en taquilla se viera perjudicado. Todos ganaban, el público menos pudiente que podía asistir a los toros por un precio asequible, los toreros podían seguir cobrando lo mismo, cuando no más, y los empresarios. Como fue un adelantado en todo, con apenas 16 años ya intuyó esta solución y ya empieza a hablar y a fomentar la construcción de las plazas de toros monumentales.

En ese sentido, es recomendable la lectura de un reciente libro “Plaza de Toros Monumental de Sevilla, la Dignidad de un Proyecto”, escrito por miembros de un despacho de arquitectos, Julio y Fidel Carrasco y Carmen del Castillo, donde demuestran, frente a lo que nos habían hecho creer como verdad oficial, que la plaza de Toros Monumental de Sevilla estaba perfectamente construida. Con ese proyecto José se tuvo que enfrentar a la alta sociedad sevillana, ya que aforaba el doble de La Maestranza y entraba en competencia directa con la misma. La historia ya la saben, a la muerte de Gallito, la plaza se abandonó y después se demolió. Pero queda el legado de sus otras plazas monumentales. Madrid, gracias a la cual varias generaciones de jóvenes se han hecho aficionados al poder asistir a un espectáculo barato, Pamplona y, la ahora desgraciadamente sin uso, Barcelona.

En aquellos tiempos se decía que nada se movía en el mundo del Toro, ni dentro ni fuera de las plazas, no ya sin que lo supiera José, sino sin que lo hubiera mandado el Rey de los Toreros.

Ignacio Sánchez-Mejías Herrero

Agosto 2019

Categorías
Artículos

Ignacio Sánchez Mejías, un hombre excesivo

Los aficionados del Club Taurino de Pamplona, me pidieron una colaboración para su revista, sobre Ignacio Sánchez Mejías, para conmemorar el centenario de su alternativa. Ciertamente, casi ningún homenaje ha habido de esta efemérides, de forma que antes de que acabe el año, quiero dejar constancia del artículo que se publicó este verano en su revista.

Ignacio Sánchez Mejías, un hombre excesivo

Este año 2019, se conmemora el centenario de la alternativa del diestro Ignacio Sánchez Mejías. Ésta tuvo lugar en la plaza de toros de Barcelona, el 16 de marzo de 1919, con toros de Vicente Martínez. El padrino fue nada menos que José Gómez Ortega, Gallito, El Rey de los toreros, y el testigo nada menos que Juan Belmonte. Este fue el mejor cartel que se pudo componer en la Edad de Oro del Toreo. Al toro de su alternativa, “Buñolero”, le cortó Ignacio la oreja. Pero vayamos por partes.

Ignacio Sánchez Mejías, nació el 6 de junio de 1891, y fue de los pequeños de una familia muy numerosa. Su padre, mi bisabuelo Pepe, médico, hijo a su vez de médico, y su madre, la bisabuela Salud, una mujer de carácter. El nacimiento tuvo lugar en la entonces casa familiar, en la calle de La Palma, en el entorno de la Alameda de Hércules. Era una familia acomodada, ya que el padre no sólo atendía lo público como médico del Ayuntamiento y de la Beneficencia, sino que tenía prestigio para atender a las familias pudientes de Sevilla.

La educación en la casa, con tantos hermanos era espartana, e Ignacio pronto destacó por su inquietud e indisciplina. Se escapaba del colegio y lo tenían que traer los guardias de vuelta a casa, de donde se volvía a escapar. En ese entorno conoce a Joselito el Gallo, juegan a los toros y entrenan, en la huerta del padre de Ignacio, llamada del Lavadero, en terrenos de El Alamillo. El padre quería que fuera médico y él le decía que iba bien en los estudios y que incluso ya lo dejaban hacer algunas prácticas médicas, pero la realidad es que tenía los estudios muy abandonados y no había acabado ni el bachillerato.

Cuando la situación no pudo sostenerse más, y llevado por su afán de aventura, se embarca en Cádiz, con 17 años, de polizón con “El Cuco”, en el trasatlántico Manuel Calvo, pensando que el destino era México. Pero el destino fue Nueva York, además los descubren durante la travesía, y al llegar a Estados Unidos, los toman por delincuentes y los encierran. Gracias a las gestiones de un hermano de Ignacio, Aurelio, que por entonces estaba en México, logran que los embarquen para ese país. Llegado a México, se coloca de empleado en la plaza de toros de Morelia y allí empezaría su vida taurina.

En 1910, con 18 años debuta como banderillero en Morelia, con la cuadrilla de Fermín Muñoz “Corchaito”, con el que viene a España y vuelve a México, en donde debuta como novillero un año después, alternando con sus actuaciones como banderillero. En 1913 se presenta en Madrid de novillero, donde ya destaca por su valor. En 1914, por fin se presenta en Sevilla, ante la familia y amigos con mucho ambiente ya. Pero es herido de extrema gravedad, con la femoral muy afectada, casi pierde la vida delante de su padre que bajó a la enfermería. A raíz del percance y debido a la perdida de facultades vuelve de subalterno, ya de categoría, en las cuadrillas de las figuras Rafael El Gallo, Belmonte y Gallito, con el que estuvo tres años y aprendió el oficio, siendo su modelo y su maestro. Al final de la temporada 1916, el maestro de los críticos taurino, Gregorio Corrochano escribió esto en ABC: “Sánchez Mejías, que está a la cabeza de los peones por lo activo y oportuno de la brega, está también a la cabeza de los banderilleros”. La característica de Ignacio como torero era “llegar”, y en todo lo que emprendía quería llegar a ser el primero.

Fue una figura del toreo. El año que muerte Gallito en Talavera, acabó como número uno del escalafón en número de festejos. Se retiró en el año 1922, volvió en el 24 y se volvió a retirar en el 27, con 36 años. A todo esto, con algunas escapadas a América donde tenía un extraordinario cartel. Como torero destacó por su valor. Otro crítico, Don Ventura, escribió lo siguiente en el año de su alternativa “Este torero ha traído algo nuevo a la fiesta de los toros: la exageración del riesgo. O más aún: la creación del peligro. Una y otra tarde se ha complacido en llevar a los astados a los terrenos más difíciles, para exponer más y más. Y cuando no podía haber emoción, la ha creado él. La ha buscado él. Ha procurado que la hubiera, inventando el peligro”. A la historia del toreo pasó como torero valiente y en El Cossío, podemos encontrar lo siguiente: “La valentía más auténtica y sobrecogedora que nunca se haya exhibido en los ruedos. El valor de Sánchez Mejías superaba el concepto de que tal cualidad moral podamos tener. No era sólo desprecio absoluto del riesgo, sino que daba la impresión de ignorancia total del peligro”. Habla de la valentía más auténtica de la historia del toreo.

En el toreo también destacó en otra cosa, su lucha contra todos los estamentos taurinos. Contra sus propios compañeros, son famosas sus peleas con Gaona en México, donde llegó provocándolo. Gaona había publicado que él se podía comparar con Gallito, e Ignacio cuando llegó a México exigió al director que publicara: Yo soy mejor torero que Gaona y sólo pude ser banderillero de Gallito. Se pueden imaginar el ambiente de esas corridas, donde corrió la sangre de Ignacio más de una vez. Pero también estuvo en guerra con la crítica taurina, son famosas sus peleas con “Galerín” y “D. Criterio” a los que rebatía en sus propios periódicos por medio de escritos suyos. También estuvo en guerra con los empresarios. Como presidente de la Unión de Toreros se opuso con vehemencia a los topes salariales que éstos querían imponer. Tanto que muchos empresarios, incluido el de Sevilla, D. José Salgueiro, lo vetaron en sus plazas. Es conocida la anécdota de que vetado, bajó a la arena en una corrida de Feria, de acuerdo con el matador Martín Agüero, y le puso banderillas a uno de sus toros. Pasó por el lado de Salgueiro y le dijo que él toreaba en Sevilla cuando quería. Un provocador, pero que después cortaba las orejas.

Se casa en 1915 con Lola, hermana de su maestro Joselito. El paso de amigo de José y novio de Lola, no fue bien acogido, y sus relaciones con la “señá Gabriela”, madre de los gallos, tampoco fue buena. Su mujer, Dolores Gómez Ortega es un personaje clave en la vida en Pino Montano, la casa familiar, y en mantener la familia siempre unida. Al torero la vida familiar se le fue quedando pequeña porque tenía otras inquietudes.

Siendo un hombre muy atractivo, tiene documentadas varias aventuras, algunas amantes y una querida, pero nunca llegó a romper la familia. La vida matrimonial no duró mucho. Lola lo echó del dormitorio, lo cerró con dos candados y nunca más lo volvió a dejar entrar. Búscate lo que quieras por ahí, porque aquí no entras más, le dijo. Y lo cumplió.

Ignacio destacó por su vida social. Allí donde estaba se hacía el centro de la vida social de la localidad. Cuando iba a México y o Lima, alquilaba una casa y allí se daban las fiestas y se reunían los personajes locales y visitantes. Fueron famosas las fiestas en Pino Montano, donde acudieron personas de todo tipo.

En aquellos tiempos de vanguardia, cuando empezaban los “sportman”, Ignacio tuvo tiempo para todo. Jugador de polo, practicante de boxeo, automovilista, piloto de aviación, fue el primero en ir a torear en avión desde un pequeño aeródromo montado cerca de Pino Montano. Tenemos fotos de acoso y derribo desde un coche, actor de cine, practicante de deportes de invierno, futbolista, etc.

También tuvo muchas inquietudes sociales, Fue presidente del Real Betis, con el que inició los fichajes de jugadores vascos, relación que llega hasta hoy día. Puso los cimientos para lograr el primer y único título de liga de tenemos. Presidente de la Cruz Roja de Sevilla. Conferenciante en Nueva York, en la Universidad de Columbia, invitado por García Lorca. Promotor de un aeropuerto en Sevilla. Empresario. También se publicó que estaba propuesto para Gobernador Civil por la Republica. No sabemos cómo tenía tiempo para hacer todo eso y, además hacerlo bien.

Como inquietudes artísticas, podemos citar su amor por el flamenco, destacando su debilidad por el cantaor Manuel Torre. También fue promotor del espectáculo “Las Calles de Cádiz”, junto con su amante “La Argentinita” y su amigo García Lorca. Un espectáculo flamenco que se elevó por primera vez de categoría, para competir con la ópera y el ballet.

Pero sobre todo destacó por su obra literaria. Empezó con escritos costumbristas y taurinos que fueron publicados en periódicos. Y también publicada en el periódica La Unión, las crónicas de sus propias corridas de toros. Tiene escritas cuatro obras teatrales y estrenados dos. Sin Razón, la primera aproximación a Freud de la literatura española, no se nos olviden las vanguardias de entonces, estrenada en Madrid por la compañía de Fernando Díaz de Mendoza y María Guerrero. Y Zaya, estrenada en Santander, en presencia del Rey. También tiene escrita una novela y poesía.

Conocido como mecenas de la Generación del 27. Ideó y organizo, junto con D. José María Romero Martínez, ateneísta, los actos de tricentenario de Góngora en Sevilla, que dieron lugar a la Generación del 27. Fue el artífice de convencer a sus jóvenes amigos vanguardistas de Madrid para venir a Sevilla. Las fiestas que se organizaron en Pino Montano se quedaron en el recuerdo de todos los poetas.

Tuvo amigos de todo tipo y condición, desde el Rey al Presidente de la República, pasando por el General Sanjurjo al que acompañó a la cárcel y despidió en el exilio.

Volvió a los toros en 1934, con 43 años, para que el hijo, que quería ser torero, no lo fuera. En una entrevista dijo que si tenía que entrar un cuerpo destrozado en Pino Montano que fuera el suyo, que su mujer ya ha sufrido demasiado. Desgraciadamente, a los pocos festejos, fue herido de gravedad en Manzanares, no quiso ser operado allí, y murió en Madrid dos días después de gangrena gaseosa.

Varios de sus amigos del 27 le escribieron poesías, como Miguel Hernández y Alberti, pero el poema de Federico García Lorca, Llanto por la muerte de Ignacio Sánchez Mejías, que pasa por ser la mejor elegía en lengua española, lo hizo inmortal. Tan inmortal como figura literaria que lo ha minimizado como torero y como persona, con toda la historia que tiene detrás.

Sirvan estas letras para reivindicar su persona y también para darle la razón a Federico cuando escribió:

Tardará mucho en nacer, si es que nace
Un andaluz tan claro, tan rico de aventuras

Ignacio Sánchez-Mejías Herrero

Sevilla 2019

Categorías
Artículos

Nos venden como putas, se callan como putas

.

Tenia ganas de escribir sobre la poca vergüenza de los políticos comprando sillones, sueldos y prebendas a cambio de «ir quitando los toros», pero como la amiga Ana Pedrero, que escribe mucho mejor que yo, ya lo ha hecho en su blog: berrendoencolorao, le dejo su artículo completo.

«Nos venden como putas, se callan como putas

El PSOE, enfrascado en su juego de tronos, en su juego de pactos, nos vende como un putas a los miles, millones de aficionados taurinos que votaron bajo sus siglas y hace peligrar la continuidad de los toros en un puñado de plazas. El PSOE traiciona a los miles de trabajadores del sector y obreros del campo. A los miles de intelectuales y gente del pueblo de la izquierda que luchó por la libertad de este país y que defendió la tauromaquia como símbolo de la cultura y la identidad de este pueblo al amparo de una rosa roja cada vez más marchita, más podrida, más debilitada.

El PSOE nos vende como un putas por un puñado de concejales y alcaldías dejando con el culo al aire a esos alcaldes socialistas de pueblos pequeñitos que se dejan la piel en mantener sus encierros, sus espantes, sus capeas y sus festejos. Alcaldes como mi amigo Cecilio, treinta y pico años en un Ayuntamiento, socialista histórico, sangre roja y de ley, que devora kilómetros de plaza en plaza y no se pliega a las imposiciones de los pseudoprogres de su partido, esos que nos venden como la derechona y la caspa -que no la casta- de España. Váyanle con el cuento de la libertad a otra, mangantes.

El PSOE nos vende como un putas. Y el PP ha intentado sacar rédito político de los toros con promesas que nunca fueron. Su promesa de devolverlos a la televisión pública ha quedado en tres retransmisiones en los últimos cuatro años en la que los actores -toreros, empresarios y ganaderos- renunciaron a los derechos de imagen para que el festejo saliese adelante en la tele de todos. Sí, la que pagamos todos. Vamos, igualito que en el fútbol, por poner un ejemplo. Me gustaría saber de un sólo futbolista que moviese el culo, cuando ya no decimos jugarse la vida, sin el correspondiente cheque en el horizonte.

El PSOE nos vende como un putas. El PP nos deja con el culo al aire. Los de la extrema izquierda nos meten en el saco de la caspa enseñando la patita de su incultura y faltando al respeto y la memoria de tantas gentes de la izquieda que sustentaron la tauromaquia sobre sus hombros. Y en este mondongo, el aficionado es el único que saca la cara para que se la partan mientras el sistema permanece dormido, ajeno a cuanto acontece, sin mover un dedo.

No son los grandes empresarios, ni los toreros, ni los ganaderos los que mueven un sólo dedo para que esto cambie. La culpa no la tienen sólo políticos mezquinos que andan a salvar su culo los próximos cuatro años al precio que sea aunque luego se hagan fotos en los callejones puro en ristre. La culpa la tiene un sistema que se sigue mirando el ombligo, unos representantes que no sabes si van o si vienen que van a hacer caja a las plazas y no pegan de una vez un puñetazo en la mesa con la fuerza económica y social que tiene el sector.

Hace apenas unos días se hacía pública la primera sentencia que castigaba a un ‘animalista’ de amenazar en injuriar a un taurino en Facebook. Como siempre, ha tenido que ser un particular, un profesor de universidad, quien ha dado un pasito más en defender la libertad y la dignidad de los aficionados taurinos.

Lo dije, lo escribí hace tiempo. No somos aficionados, somos activistas. Nos obligan a serlo quienes nos insultan y nos amenazan, quienes pretenden imponer sus criterios a base de prohibiciones y no conocen el respeto por la vida ajena. Nos obligan a serlo quienes desean la muerte a los toreros, quienes boicotean festivales solidarios, quienes quieren quitarle el pan a más de 250.000 familias humildes y obreras en este país.

Y la culpa no la tienen sólo los políticos. Unos nos venden como putas y otros se callan como putas mientras somos los aficionados los que damos la cara para que nos la partan en Facebook, twitter o nuestros respectivos blogs. A veces, muchas veces, me pregunto para qué o para quién escribo, si tengo el vértigo, la sensación de que todas estas palabras que hilvano en la soledad de mi ordenador caen en saco roto.

Mientras el PSOE vive su juego de tronos, su juego de pactos, el sector continúa en el limbo de los niños, calla y otorga. Y los aficionados reclamamos un gesto definitivo, alguien, algo que nos defienda. Mientras no lo haya, no tiren balones fuera que no son sólo los políticos los que están dinamitando, amordazando a la afición. Políticos voraces y un sistema impasible nos destrozan desde dentro.

De puta a puta, habló la Tacones.»

@isanchezmejias

Categorías
Artículos

La Gobernación del Desgobierno

El Sr. Jaime Melgarejo manda un comentario, que por su temática creo que es mejor separarlo como artículo, para que ustedes puedan también opinar. Dice:

Yo no puedo comprender por qué si sacamos una entrada para ver a una ganadería con unos toreros, que sea el señor de gobernación o del desgobierno quien decida que toros son los que deben lidiarse. ¡Perdone Usted! Es el ganadero el que se juega su prestigio y siempre que sus toros cumplan el peso mínimo fijado para esa plaza y que no tengan ningún defecto físico, debe ser él quien decida y nosotros el público juzgaremos si queremos volver a ver esos toros o no.

Los matadores tienen el derecho de torear un toro según su saber y entender, jugándose su prestigio.

El ganadero la mayoría de las veces no tiene esa suerte. Cuando se va a una corrida de toros, el ganado debería de ser, en plazas de primera, el tipo medio de esa ganadería hacia arriba, pero siempre en el tipo. Así el público juzga lo que tiene y lo que es. Se supone que el ganadero quiere triunfar con sus toros y puestos a suponer, gobernación, entre otras cosas, debía de exigir que esto fuera así y que los toros se correspondan con lo habitual en esa ganadería. De esta forma el público no sería engañado con aquello que a veces sale por la puerta de chiqueros.

Gobernación debería de obligar al ganadero a que lleve aquellos animales que están en el tipo de su ganadería y no lo contrario, como ocurre casi siempre, de esta forma ganaderos, matadores y público sabrían lo que se va a lidiar.

Que fácil sería cuando fueran a las dehesas a aprobar, con toda la camada por delante, los toros para las plazas de primera, no por grandes ni por chicos, sino porque son los individuos que representan a esa ganadería.

Es el único espectáculo (al menos que yo conozca) donde muchas veces ves lo que no corresponde con lo anunciado, y curiosamente gobernación (o el desgobierno) es la que motiva estos hechos “que curioso”, ver unos ” toracos” fuera de tipo sin clase, gordos como si fueran cebones, cuando un toro bravo debe de estar en sus carnes como estaría en su habita natural, ni gordo ni delgado sino fuerte, y así podremos juzgarlos.

Todo esto es una opinión personal, pero puede tener una base en la que algunos aficionados estén de acuerdo. No personalizo ni en ganaderos, toreros ni empresarios. Pues considero que la mayor responsabilidad es de ¡la gobernación o del desgobierno! Díganlo ustedes.

Categorías
Artículos

II Premio Taurino Manuel Ramírez

ABC de Sevilla instituyó el pasado año los  Premios Taurinos Manuel Ramírez para trabajos editados en presa escrita sobre temas taurinos. En esta segunda edición el jurado se ha decantado por Francis Wolff, catedrático de filosofía de la Universidad de París, por un artículo titulado «El arte de jugarse la vida», publicado precisamente por ABC. Como creo que hay que leer a los que saben escribir y tienen algo que decir , a continuación les transcribo el artículo, que es una defensa de los Toros y, de paso, una crítica a los antitoro.

EL ARTE DE JUGARSE LA VIDA

Se escucha de vez en cuando a escritores, universitarios y pensadores españoles evocar su infancia vagamente acunada de recuerdos taurinos y expresar su rechazo, a veces violento, de la fiesta de los toros. No comprenden cómo puede hoy (aún y siempre) emocionar, conmover, exaltar las muchedumbres, en las que seguro no ve nada más que una masa de reaccionarios incultos alentada por intelectuales esnobs. En esta revuelta antitaurina, a veces íntima, a veces sonoramente militante, se encuentran a menudo, en amalgama con la memoria de sus propias historias familiares, algunos tópicos datados en los sesenta (toros = turismo, exotismo de españolada, tremendismo del torero descamisado) o más antiguos aún (toros = España negra, vergonzante cara del pasado). Sí, ya sé: sé que para muchos españoles los toros despiertan espontáneamente ese mismo sentimiento confuso, un poco nostálgico, vagamente vergonzoso, de tener que vérselas con algo que sobrevive de manera inconveniente pero a punto de caducar definitivamente gracias a la ascensión social, la educación del pueblo, la evolución de las costumbres, el sano desarrollo de las sensibilidades, Europa, la democracia, etc. Sí, ya sé: sé que para muchos jóvenes españoles la palabra «tauromaquia» evoca carteles de otra época, un rito anticuado, una especie de juego arcaico o incluso un espectáculo cruel del que deben defenderse cuando, gracias a un programa Erasmus, se dan cuenta que, para el resto del mundo, se mantiene asociado al nombre de España, es decir, a una de las naciones más avanzadas de Europa de la que por lo demás uno puede sentirse orgulloso. A todos esos españoles, jóvenes o menos jóvenes, les quiero decir lo que sigue: los toros no son ya sólo la Fiesta Nacional de España. Con eso han perdido un poco y ganado mucho. Se han convertido en parte integrante de la cultura de la Europa meridional e incluso del patrimonio mundial.

¿Se imaginan ustedes que hace apenas algunas semana (el 2 de junio exactamente), en un teatro del centro de París atestado, cientos de personas de las que la mayoría no habían puesto nunca sus pies en España, e ignoraban absolutamente todo de la «fama negra» de los toros, habían pagado cara su entrada por el único placer de homenajear la heroica carrera de un torero… colombiano (César Rincón)? Claro que para todos esos turistas que visitan España a toque de pito, entre la torre de Pisa y el Big Ben, y que creen que Francia es Pigalle, los toros son el «exotismo» español barato, y el torero es algo así como «Manolete-ElCordobés-del brazo de su bailaora con castañuelas», o (para los más cultivados ¡ay!) es la imagen odiosa y desgastada del maletilla hambriento que, para salir de su miserable condición, no tiene otro remedio que tentar al diablo y arrojarse entre sus cuernos. Ignoran evidentemente, como quizás muchos españoles, que uno de los más grandes toreros de la historia está vivo y toreando y en modo alguno debe su valor extraordinario a esa deprimente leyenda, o que uno de los mejores toreros de la primera década del siglo XXI es francés, o que fue prácticamente imposible conseguir entradas (siendo tan caras como las de la ópera) para las diez corridas que conformaron la reciente feria de Nîmes (95.980 espectadores).

Un poco de pudor y muchos escrúpulos me impiden evocar mi infancia que está en las antípodas de las de los intelectuales españoles antitaurinos. Bastará decir que esa infancia en el cinturón de París, con mis padres judíos alemanes que escaparon por milagro de los campos de la muerte, en modo alguno me preparaba para recibir el choque que fue el descubrimiento accidental de los toros, a la edad de 18 años, al azar de una escapada estudiantil en la región de Provence. Para muchos españoles de mi generación, los toros son familiares, formaron parte de la vida cotidiana de su infancia, se los vivía con indiferencia, aceptación o rechazo de una «cultura» vagamente patrimonial que es como una segunda naturaleza de la que hay a veces que desprenderse para poder existir por sí mismo. Para mí la corrida de toros es una amiga que he elegido tan próxima como la música y sin la cual podría difícilmente vivir. Digo que la he elegido pero tengo más bien la impresión que ella me ha elegido a mí; el encuentro fue fortuito pero, como dice Flaubert de la primera cita amorosa: «Fue como una revelación». No, los toros ya no son sólo la Fiesta Nacional. Han perdido un poco de sus particularidades (algunas fiestas votivas, capeas salvajes, un público cautivo, un pueblo entero movilizado tras un torero muerto), han ganado mucho en universalidad -geográfica y sobre todo cultural-. Ahora, en el presente, los que torean y los que van a los toros lo han elegido, y si no saben del todo, ni unos ni otros, lo que van a buscar «allí» (¿sabemos bien lo que es el amor?), saben que hoy se va a la plaza en lugar de ir al estadio, al concierto o al teatro.

Sin duda, la corrida de toros no es moderna, pero no porque no sea de nuestro tiempo, es -al contrario- porque nuestro tiempo no está ya en la «modernidad». La modernidad en el sentido estricto se acabó hacia el final de los años ochenta del siglo pasado, con el derrumbamiento de las ideologías, el fin del sueño en el progreso y el agotamiento de los discursos dogmáticos de las vanguardias artísticas (formalmente revolucionarias, políticamente redentoras). Lo que algunos han dado en llamar la «posmodernidad» o lo contemporáneo se opone punto por punto a la modernidad. Puede ser que la corrida de toros no sea ni haya sido nunca «moderna», pero es seguro que se acuerda perfectamente a lo «contemporáneo». Lo moderno está ligado al progreso, a la «velocidad», a la industrialización sistemática (comprendida la de la ganadería de carne); lo contemporáneo y la corrida están ligados a la biodiversidad, a la ganadería extensiva de bravo, a los equilibrios de los ecosistemas. La modernidad sólo veía la salvación a través de la comunidad y la sociedad, en el «todo es política», lo contemporáneo y la corrida renuevan con los valores del héroe solitario (pensemos en el culto contemporáneo hacia los éxitos singulares y aventureros de cualquier tipo), con una ética de las virtudes individuales, el valor, la lealtad, el don de sí mismo. La modernidad quería esconder la muerte (simple «no vida» igual que se dice invidencia en vez de ceguera), reducirla al silencio del frío vacío de las salas mortuorias o a la mecánica funcional de los mataderos; lo contemporáneo y la corrida de toros reconocen que la ceremonia de la muerte puede contribuir a dar sentido a la vida mostrándola conquistada a cada instante sobre la posibilidad misma de su negación. Era -se decía- el fin de los ritos en los que lo único que se veía eran prejuicios arbitrarios e irracionales, pero lo contemporáneo y la corrida de toros redescubren las virtudes de los ritos, no necesariamente vinculados a capillas y estampitas. Lo moderno declaraba el final de la figuración en pintura, del relato en literatura, del drama en el cine; lo contemporáneo inventa una nueva figuración, el cine de Almodóvar, genio de la posmodernidad, reinventa la linealidad del relato y las estructuras complejas del melodrama, como la corrida de toros que mezcla lo festivo y lo trágico, los colores chillones y la emoción más pura. El arte moderno glorificaba la vanguardia social y declaraba el final de la «representación», el posmoderno mezcla lo popular y lo erudito -como la corrida de toros, la más sabia de las artes populares- mezcla la transfiguración de lo real y su presentación en bruto (el happening, el body-art, el ready-made, la instalación, la intervención, el artista mismo) como la corrida de toros, alianza de representación clásica de la belleza y de presentación en bruto del cuerpo, de la herida, de la muerte, como el torero, artista contemporáneo, que hace de su gesto una obra estilizando su existencia. La posmodernidad, lejos de oponer el hombre al animal como en los tiempos modernos, presiente que no hay humanidad sin una parte de animalidad, sin un otro al que -a quien- medirse, como si el hombre -hoy más aún que ayer- sólo pudiera probar su humanidad a condición de saber vencer, en él y fuera de él, la animalidad en su forma más alta, más bella, más poderosa, por ejemplo la del toro salvaje: vencerla, es decir, repelerla o domarla, pero sobre todo oponer la fuerza de la astucia, la gratuidad del juego, la ligereza de la diversión, la gravedad de la entrega de sí mismo, la fuerza de la voluntad, el poder del arte, la conciencia de la muerte -en definitiva todo lo que hace la humanidad del hombre-.

Quizá se podrá afirmar: ¿pero el espectáculo del sufrimiento animal, dada la evolución de las costumbres, no es ya tolerable, hoy menos que ayer? A esto hay que responder que no es una cuestión de historia (moderna o no) ni de geografía (España negra o no). Yo no he sufrido nunca, personalmente, con el espectáculo del pez atrapado en el anzuelo del inocente pescador de río -es una cuestión de sensibilidad-. Ésta permite a algunos ver al toro como víctima, la mía sólo ve en él un animal combatiente. Autoriza a algunos a pensar que el torero martiriza una bestia, yo veo en él un héroe contemporáneo que tiene la audacia de desafiar y enfrentarse a una fiera jugándose la vida -sin más, por la belleza del gesto, por pura libertad, para afirmar su propio desapego en relación con las vicisitudes de la existencia y su victoria sobre lo imprevisible-. ¡Es cierto que el toro no quiere combatir, pero no por porque sea contrario a su naturaleza el combatir sino porque es contrario a su naturaleza el querer! Esto es al menos lo que mi sensibilidad me dicta, comparable en eso a la de cientos de miles de otros hombres en todo el mundo, y no la creo menos movilizada ni sublevada que ninguna otra ante el sufrimiento de los hombres -o incluso de los animales- ni menos consciente de lo que hace falta de poder creador para volver a dar hoy un sentido, en arte, a esa palabra mancillada que es la belleza.

FRANCIS WOLFF

Catedrático de Filosofía de la Universidad de París