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Abono Sevilla 2008

Un primero con motor

Vaya por delante que, en contra de casi todos mis vecinos de abono, la corrida de Cebada me ha parecido interesante. En su peso, sin excesos, solo el quinto era más grandote, seria por delante y variada de pelaje. El segundo se aplaudió nada más pisar el ruedo. También ha sido variada de comportamiento, desde el manso tercero hasta un toro primero con motor y repitiendo, y el quinto muy interesante de lidia.

El primero no dijo nada de inicio, pero el peón de brega le dio tres capotazos largos y mandones descubriendo al toro. Oigo que el toro trasmitía y repetía, pero queda la sensación de que López Chaves podría haber sacado más partido. Con una estocada muy tendida que apenas lo quebrantó, el toro se vino arriba, huyó a los chiqueros y después al tendido 4; pegó arreones queriendo coger a todo el que se puso por delante.
 
 
El puntillero lo levantó dos veces, tocaron dos avisos y cuando el presidente ya había recibido el timbrazo que señalaba el tiempo del tercero, acertó y todos respiramos. Empezar la temporada con un toro al corral en Sevilla hubiera sido difícil de asimilar. En su segundo, que también embistió, dicen que el torero no paso de discreto, sin cruzarse y algo despegadillo.
 
 
El primero de Vilches, que era precioso de capa y cuerna, tenía muy poca fuerza. Se fue al piso dos veces durante las varas e, incomprensiblemente, el torero nos hizo el paseo de ida y vuelta al centro del ruedo a brindar al público. Oigo que parece como si quisieran justificarse, «veníamos con ilusión», «incluso brindé al público». Si eso ya lo sabemos. Hay que tener mucha ilusión para ponerse delante de un toro, pero los brindis al público dejémoslos para los toros con expectativas.
 
 
Este toro manseó y no quiso mucha pelea. En su segundo Vilches sí estuvo mejor, más decidido. El toro grande trasmitía pero, a pesar del esfuerzo que hizo el torero, la cosa no remontó. Se tiró a matar con mucha fe, aunque la espada quedó algo atravesada.
 
 
Oigo que a Cesar Girón le tocó un manso de primero, pero tenía su lidia. Esta fue como una capea, con el toro a su aire y el picador corriendo detrás. Parecía que la cuadrilla estaba igual de poco placeada que el torero.
 
 
Después de algunos picotazos lo dejaron sin picar y el toro llegó al último tercio con mucho motor. Estos mansos, sobre todo este que transmitía, tienen su lidia, y algunas veces hemos visto cortar orejas con ellos, pero necesitan un torero que no dude. Girón estuvo pegando series hasta que el toro se paró después de siete u ocho. En su segundo estuvo mucho más templado, el toro metía la cara y parecía de triunfo.
El público le pedía al torero que ligara, pero tampoco pasó la cosa a mayores. Pinchó varias veces.
 
 
Lo que oigo al final es que la sensación que queda es que los toros merecían más, que con un poco más de decisión o de experiencia o de suerte o qué se yo, hubiéramos visto mucho más. Qué difícil es esto del toreo.
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